Vancouver, 2019
- Maddox.
La mujer desplazó la mano de un lado a otro frente a su rostro buscando captar su atención otra vez.
- Aquí la tierra llamando al señor Maddox Cassady. - anunció ella como si estuviera hablando a través de un procesador de voz. - Su amiga quiere recordarle que hace muchos años que aprendió a caminar, y que no le ocurrirá nada si suelta su cintura.
- Lo siento, amor. – se disculpó él, y obligó a su brazo a soltar la cintura de la mujer a la que tanto adoraba en silencio. - ¿Qué estabas diciendo?
- Hasta ahora nadie ha podido seguirme el ritmo. - respondió con ese brillo malicioso en la mirada. - Te has tomado esos diez chupitos de tequila sin rechistar. Y aún sigues en pie. - agregó. Joanne siempre se las apañaba para alterarlo con demasiada facilidad. Aún más, al verla atravesar el largo pasillo en dirección a su habitación con ese vestido color champagne y esa brillante sonrisa que detendría hasta las guerras más cruentas. - Tienes que saber que tu compañía ha sido mi salvavidas este año, cariño. - le confesó agitando esas negras pestañas en su dirección. - Y que no tengo cómo agradecértelo.
- Amor, ten... - y la mujer no acabó chocando con el extintor de incendios, porque Maddox se apresuró en tirar de su brazo para alejarla del peligro. - ...cuidado.
- Soy un desastre.
- ¿Eso crees?
- No voy a romperme. – murmuró. Sus bocas estaban tan cerca que pudo sentir la calidez del aliento de la mujer. - ¿Quieres que te cuente un secreto?
El oficial asintió con la cabeza en lo que se ocupaba de abrir la puerta de su cuarto de hotel, la tomaba en sus brazos y la alejaba de cualquier peligro a su alcance.
- Aunque no voy a romperme, me gusta que cuides de mí. – le confesó, y el corazón dejó de latirle por un instante. – Cuando mis padres murieron, yo aún era muy joven, y tuve que madurar a la fuerza para ocuparme de Tate. Para que nadie lo alejara de mi lado. Y, a veces, estaba tan cansada de llevar una responsabilidad tan grande a la espalda, que no dejaba de preguntarle a Dios qué había hecho yo para merecer esto. – un suspiro se escapó de la boca de la mujer en lo que comenzaba a acurrucarse contra su cuello. - Hueles bien. – le dijo. Y el corazón se le aceleró aún más. – Porque yo también deseaba con todas mis fuerzas sentirme segura con alguien. Saber que, al girarme, habría alguien velando por mí.
- Yo cuidaré de ti, Jojo.
- ¿Por qué harías algo así? – le preguntó. Y Maddox comprendió que seguía existiendo la posibilidad de que ella no quisiera oír lo que tenía que decir. - Aún eres joven. Deberías estar divirtiéndote, experimentando el amor en compañía de otras mujeres, y no en esta habitación de hotel haciéndote cargo de un dolor que no es el tuyo. - el oficial la depositó lentamente sobre la cama en lo que se obligaba a recordar los motivos por los que seguía manteniendo estos sentimientos en el más absoluto secreto. - Desde hace unos meses, has estado viajando a Vancouver cada fin de semana desde que nos reconciliamos. De hecho, si la memoria no me falla, jamás has faltado a ninguna de nuestras citas.
- ¿Y eso te molesta?
Maddox hacía hasta lo imposible por venir a verla, y eso incluía seguir ocultándole a su mejor amigo que la razón de sus escapadas de Jackson Creek eran por su hermana, y que todo se debía al amor que sentía por ella.
- Por supuesto que no, tonto. - Joanne desvió la mirada hacia la abertura de su camisa dónde su pecho quedaba al descubierto. Maddox se preguntó qué podía haber llamado su atención de esa manera, cuando era mayormente él quien suspiraba por cada esquina de su cuerpo. - Es sólo que me resulta curioso que malgastes tus días libres conmigo, en lugar de salir a divertirte con tus amigos. Oye, sé que me quieres... - la mujer empezó a juguetear con uno de sus botones. - ...pero no soy tan divertida.
ESTÁS LEYENDO
#2 Mía, al fin (Trilogía Jackson Creek)
RomanceSi yo la amo, ¿qué podría importarme lo que la gente piense de mí, o de este amor que ha intoxicado mis venas durante años? Y no es como si no hubiera intentado arrancármelo del pecho más veces de las que puedo recordar, a pesar de que, siempre ter...