4. Habichuela

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Aquí les dejo un nuevo capítulo.

La ansiedad no me ha permitido esperar hasta mañana.

Y sin más que añadir, me despido.

¡Qué disfrutéis!

Desde aquel día, Joanne Jones no había podido conciliar el sueño adecuadamente, porque cerrar los ojos la llevaba a reproducir una y otra vez aquella discusión en su cabeza, y, por eso, esas enormes bolsas se habían instalado sin piedad debajo de sus ojos.

Sobre todo, tras la horrible pelea que tuvo con Tate, y que había provocado que éste se fuera a vivir con esa novia suya cuya identidad desconocía, y que parecía estar influenciando a su hermano en cada aspecto de su vida. Al parecer, después de haberle ocultado algo tan importante como que se había acostado con su mejor amigo, Tate no iba a permitir que ella se inmiscuyera en sus asuntos de ninguna manera. Poco importaba que Joanne hubiera asumido el papel de padre y madre tras el fallecimiento de sus progenitores, y que lo hubiera sacado adelante sin ayuda de nadie, porque un simple error de su parte suponía que ese muchacho le perdiera todo el respeto. Ella estaba casi segura de que algo horrible había tenido que hacer en otra vida para que el karma se lo estuviera cobrando de esta manera. Alejando de la noche a la mañana a dos de las personas que habían sido su gran pilar durante estos últimos meses.

Por un lado, TJ que se había hecho cargo del Jojo's Café mientras ella se ocupaba de recomponer su roto corazón, y, por otro lado, Maddox, quien la había mantenido a flote todo este tiempo.

O así había sido hasta que su confesión de amor en el acantilado la empujó al más puro abismo.

- ¡Venga ya! - exclamó al ver que empezaba a salir humo negro a través del capó de la camioneta. - ¡Me he levantado con el pie izquierdo o qué!

Joanne dirigió la camioneta hacia la cuneta de la carretera, se desabrochó el cinturón de seguridad y bajó a toda prisa para averiguar qué había ocurrido. Al instante, ella recordó que el motor llevaba dándole problemas a TJ desde hacía varias semanas, y que este le había suplicado por todos los medios que le prestara dinero para comprar uno nuevo.

- ¿Y ahora qué hago?

Su móvil.

Joanne corrió de vuelta a la camioneta, rebuscó por activa y por pasiva en el interior de su bolso, también en los asientos traseros, pero no avistó el dichoso aparato inútil en ninguno de ellos.

- ¡Todo es por tu culpa! - exclamó ella fulminando la bolsa de farmacia con los ojos. - No hubiera tenido que hacer un viaje tan largo, de no ser... - Joanne se negó a pronunciar una palabra más. O hablar de ello lo haría más verdadero. - ¡Soy una estúpida!

- Joanne.

- ¡Cómo si no fuera suficiente ahora también estoy alucinando! - se dijo a sí misma, y al sentir una mano tirando de su camisa, ella no pudo evitar pegar un chillido del susto. - Si me secuestras vas a acabar devolviéndome te lo aseguro. - ella se giró lentamente hacia dónde había emanado aquella voz, y todo en lo que se pudo enfocar fue en aquellas pupilas bicolores. - Maddox.

- ¿Estás bien?

- ¿Qué estás haciendo aquí?

- Reconocí la camioneta de Tate. - respondió algo incómodo, lo que hizo que Joanne se diera cuenta de la brusquedad con la que le había hablado. - Sé que el motor ha estado dándole problemas, y pensé que podía necesitar ayuda.

- Sí, es el motor. - afirmó ella a media voz mientras observaba con mayor atención la herida en su labio superior. La pelea que había tenido con TJ dio mucho de qué hablar estos días en el pueblo. - Creo que lo he forzado demasiado al llevarlo hasta Belltown en su estado. Debí haber sido más cuidadosa.

#2 Mía, al fin (Trilogía Jackson Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora