11. Sucesos

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¡Aquí tenéis un nuevo capítulo!

Espero que lo disfrutéis.

Unos días después

Esa mujer lo iba a volver loco.

Loco de amor.

Maddox era consciente de lo importante que era conservar su puesto como agente de policía en Jackson Creek, y la verdad es que amaba su trabajo, pero la imagen de su esposa en la pantalla de su teléfono no lo dejaba pensar con claridad.

—Céntrate, Madd.

Proveer para su familia era su deber como esposo y futuro padre, así como ocuparse de construir un patrimonio con el que el día de mañana poder subsistir, pero el riesgo de muerte por pertenecer a las fuerzas de seguridad de este país siempre estaba presente. Cada mañana, antes de salir de su hogar, el oficial se encomendaba a todos los dioses habidos y por haber, y les pedía que lo dejaran volver a casa junto a su esposa. Esto lo llevaba a darle constantemente vueltas a la cabeza en busca de una solución que le pusiera un plato sobre la mesa sin necesidad de poner en juego su vida cada vez que acudía al trabajo.

Por eso, Maddox tras hacer un par de llamadas, también de consultarlo con la almohada había tomado la decisión de entrar en la Universidad de Washington.

—Madd.

—¡Mamá! —exclamó al ver a su madre tras la ventanilla. —¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Y tú?

Su madre arrugó el entrecejo mientras lo estudiaba con  atención.

—Parecía que estabas hablando solo. ¿Tienes algún problema que no me hayas contado?

—Sólo estaba hablando conmigo mismo, ma. —respondió. Maddox abrió la puerta, se bajó del auto y se acercó a saludarla para borrar la preocupación de su rostro. —¿Qué te trae por aquí?

—Un hijo muy malagradecido que no ha llamado ni se ha dignado a visitarnos. —espetó. El oficial rodeó a su madre con ambos brazos y la apretujó hasta que ella le ordenó que la soltara para volver a respirar. — Hasta tu esposa se acuerda más de tu madre que tú mismo, niño.

—¿Jojo?

— Me llama todos los días. —Marie se acomodó su bolso al hombro y se encaminó hacia el banco para tomar asiento. — Al mediodía y a la hora del té.

— No lo sabía.

Sin embargo, esa noticia alegró y entristeció su corazón de igual modo, puesto que volvía a recordarle cuánto echaba ella de menos a sus progenitores.

— La verdad es que si he venido es para pedirte un favor. — agregó Marie recuperando su atención. Ahora que la observaba mejor, la mujer lucía algo nerviosa y eso empezó a preocuparlo. —Quiero trabajar.

— ¿Cómo que quieres trabajar?

— Sí, eso es lo que quiero. —afirmó sin mostrar un ápice de duda. — Ganar mi propio dinero. No quiero morirme sin saber lo que significa ser autosuficiente por mí misma. ¿Me ayudarás?

— ¿Es que tenéis problemas de dinero?

Lo último que Maddox necesitaba en este momento era una crisis de pareja que llevara a su madre a la aventura fuera del hogar familiar.

— No, no los tenemos. — su madre se cruzó de brazos buscando su propia protección. — Sabes que me gusta la cocina, y además he visto que en el Jojo's Café necesitan un nuevo repostero. ¿Intercederías por mí?

#2 Mía, al fin (Trilogía Jackson Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora