Aquí tenéis un nuevo capítulo!
-¿Por qué tarda tanto, amor?
Maddox Cassady no dejaba de dar vueltas por la consulta un tanto alterado a causa del retraso de la doctora Green que lo alejaba cada vez más del momento en que vería a su bebé por primera vez.
—Vendrá enseguida, cariño.
—¡Jojo!
El oficial descubrió a su esposa devorando esa chocolatina rellena de caramelo y almendras que más tarde la haría sentir culpable por saltarse la dieta.
—Es la bebé, cariño. —se excusó ella poniendo esa expresión de pena a la que Maddox no era capaz de resistirse. —Estoy a sus órdenes. Créeme.
—La nutricionista ha dicho que no puedes abusar del azúcar. Por favor, nena. —le pidió. No pretendía hacerla sentir mal, pero no podían permitirse correr riesgos innecesarios. —Hay riesgo de diabetes.
—Sí, tienes razón.
Su esposa abrió la cremallera de su bolso para dejar caer la chocolatina en el interior mostrando su aparente decepción en cada gesto.
—Entonces, ¿podemos ir después a por unas fajitas de pollo?
—Está bien, amor.
—¡Y una cosa más! —exclamó Joanne conteniendo esa sonrisa traviesa en su boca a la vez que estiraba el brazo para invitarlo a acercarse. —¿Por qué insistes en subastar una cena contigo? ¿Y si lo hace otro? —le preguntó. —Hunter, por ejemplo.
—Ya hemos hablado de eso, amor.
—¿Cómo vas a irte a cenar con otra mujer ahora que nos hemos reconciliado?
La verdad es que no era un movimiento demasiado inteligente de su parte después de lo que le había costado esta reconciliación, pero él había dado su palabra mucho antes de ni siquiera imaginar que Joanne Jones se convertiría en su esposa, y ahora, simplemente, no podía dar marcha atrás.
El año pasado se había dispuesto en una reunión que, en la feria que se organiza anualmente por el departamento de policía, se subastarían cenas con los oficiales solteros con la intención de obtener una mayor recaudación de fondos. Por lo que, a Maddox no le quedaba más remedio que, cuál trozo de carne, exponerse sobre el escenario a la expectativa de irse con el mejor postor.
—Sólo será una cena. Una hora. No más. —le prometió. Su esposa no estaba nada contenta con la noticia desde que se lo comentó esta misma mañana. —Es algo simbólico. Además, sabes que todo el tiempo estaré pensando en ti.
—¡Más le vale, señor Cassady!
—Dame un beso.
—No.
La rabieta de su mujer le recordó que su carácter siempre había sido tan duro y resistente como el peñón de Gibraltar.
—Amor.
—Vale. —accedió ella finalmente.
—Te gusta hacerte de rogar, mujer.
—Señor Cassady...—dijo ella uniendo sus labios con los suyos para encontrarse nuevamente con ese sabor al que se había vuelto adicto. —Esto es culpa mía. Si yo no me hubiera opuesto a que la gente supiera que estábamos juntos no tendrías que...—Maddox volvió a callar a su esposa con un beso tan intenso que la oyó gemir de puro placer. —No merezco tu amor.
—Joanne.
Oír eso volvió a herirlo.
—No me hagas esto de nuevo, por favor.
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#2 Mía, al fin (Trilogía Jackson Creek)
RomanceSi yo la amo, ¿qué podría importarme lo que la gente piense de mí, o de este amor que ha intoxicado mis venas durante años? Y no es como si no hubiera intentado arrancármelo del pecho más veces de las que puedo recordar, a pesar de que, siempre ter...