𝟎𝟎𝟐

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Percy

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Percy

Lynette podría ser fácilmente la personificación de la belleza. La chica desbordaba elegancia, carisma, inocencia y belleza, muchas veces sabía cómo usarlo. La castaña de lindos ojos azules siempre lograba persuadir a todos y hacer que hagamos lo que ella quiere, conmigo es mucho más fácil, solo tiene que revolotear sus pestañas y mirarme con esos lindos ojos azules para hacerme estar de rodillas ante ella, dispuesto a hacer lo que ella quisiera. Lynette siempre se ha obsesionado con la mitología griega, siempre ha amado a los dioses. Sinceramente, para mí, ella es una diosa. Mi diosa. Lynette es a la única a la que sería devoto y estaría a sus pies siempre, no importa nada, solo hace falta que lo diga y lo haré.

—Sé que la amas, Percy —me dijo su padre.

—Yo... —estaba nervioso, me había descubierto y yo no sabía qué decir en mi defensa.

—No sirve de nada que lo niegues —respondió el señor Roberts —. No estoy en tu contra, muchacho. Al contrario, sé que mi Lynette estará a salvo contigo. Claro, si es que dejas de ser un pequeño cobarde y se lo dices —dijo el hombre riendo por lo último haciéndome sonrojar — He visto como la miras, sé que la amas, solo... solo cuida de mi pequeña, Percy.

—Sí, señor —dije, antes de que pudiera decir algo más, la linda chica salía de su habitación totalmente lista.

—Vamos —expresó Lynette. Mi boca se secó al ver lo linda que se veía, no me era de extrañar que todo le quedara bien, pero había algo en ella que hacía que ese atuendo se vea mejor. Poseía una blusa de tirantes corta de color blanco, esta dejaba ver un poco de su blanco abdomen, ya que el short negro tiro alto se encargaba de que el top no dejara mucho a la vista. Tenía unas botas de tacón negras junto con una chaqueta hasta la mitad de sus muslos de color negra de tela.

—No olvides lo que hablamos, Percy —dijo el señor Peter antes de que saliéramos por la puerta.

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—Juro que la golpearé —refunfuñaba la castaña mientras entrabamos a la galería.

—Tranquila, Ly —dijo Grover poniendo sus manos en los hombros de la chica —. Ella no vale la pena.

—¿Estás bien, Percy? —me preguntó al ver mi mirada fija en el otro extremo de la calle donde antes estaba el hombre.

—Estoy bien, amor —respondí sin pensarlo. Mi cara se tornó totalmente roja y vi a mi amiga morder su labio mientras sus mejillas se encendían.

¿Amor? ¿Acaso estaba loco?

¿Amor? ¿Acaso estaba loco?

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𝑬𝒗𝒆𝒓𝒍𝒂𝒔𝒕𝒊𝒏𝒈 ~ 𝐏.𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora