16 años después
Los años habían pasado rápido, sin duda alguna, en el campamento mestizo se encontraban nuevos hijos de dioses que no habían sido reconocidos, después de todo los dioses cumplieron su palabra de reconocerlos solo durante un año. Aquellos mestizos no habían sido olvidados, la antigua diosa desterrada había hecho una promesa, y la había cumplido, cada uno de los niños hijos de los dioses era amado y protegido por ella junto a sus guias. Lynette se sintió triste al pensar en que los pequeños mestizos desearían ser reconocidos por sus padres, pero luego vio que ellos merecían más que eso, ellos no tenían que ser hijos reconocidos de personas que no los amaran, fue por eso que la cabaña de la diosa de la persuasión y la victoria se volvió en el refugio de cada mestizo no reconocido.
—Debes dejar de ayudarlos así, no debes interferir —regañó Zeus a la castaña.
El dios no estaba feliz de que la diosa interfiriera siempre, los mestizos eran guiados por ella hasta el campamento y cuando estaban en peligro era la primera en interferir para que estuvieran sanos, incluso su antigua casa mortal era un refugio para los mestizos que buscaban descansar antes de ir al campamento, una barrera mantenía a los monstruos fuera de ella protegiendo a los mestizos que estuvieran en el lugar.
—Si ustedes no van a hacerlo, lo haré yo —espetó la diosa enojada.
—Él pasa más tiempo con ellos que con nosotros.
Conrad sin duda alguna había heredado el corazón noble de sus padres, el chico pasaba la mayor parte del tiempo con los mestizos, entrenaba con ellos, charlaba con ellos y se divertía con ellos, después de todo ellos eran su familia, sus hermanos. Lynette y Percy habían educado a su hijo para que amara a los mestizos como parte de él e incluso que reconociera como hermanos a todos aquellos jóvenes que eran salvados y reconocidos por su madre
—Mi hijo puede hacer lo que desee, ellos también son su familia, así que está bien si el desea pasar tiempo con ellos —apoyó Percy a su esposa.
Zeus miró enojado a ambos esposos.
—No son sus hijos —gruñó el hombre.
La diosa se acercó amenazante al hombre, la furia la recorría y eso causaba que la tierra temblara.
—Ellos son mis hijos, no importa si no nacieron de mí, ellos son mis hijos y voy a protegerlos.
En el campamento mestizo, el hijo de los dioses enamorados, como los había apodado, charlaba con su tío Dionisio.
—Mamá está muy enojada —habló viendo como todo se movía.
—Zeus también —apoyó el hombre al ver los rayos en el cielo.
Dionisio amaba al mocoso a su lado, sin duda alguna era la perfecta combinación de su madre y su padre. Bello como ambos, pero dulce como su madre y problemático como su padre.
—Mamá ganará —exclamó el chico.
—No vuelvas a decir que no son mis hijos y muchos menos quieras que no intervenga —demandó la diosa haciendo uso de su don en Zeus.
Los rayos pararon rápidamente.
—Te lo dije —fue lo último que dijo el castaño para marcharse.
Sus primos de la casa de Apolo sanaban a aquellos que estaban heridos por el entrenamiento y conociendo a la rubia que tanto quería ver supo que estaría ahí.
—Taylor —saludó el chico al llegar.
—Conrad —respondió la rubia sonriente sin dejar de vendar el brazo del pequeño niño frente a ella —. Todo listo, campeón.
El dios sabía quién era el niño, era uno de sus hermanos. Steve había sido un niño no reconocido que su madre había reclamado como suyo y sin duda alguna el mayor lo había recibido feliz como a cada hermano suyo.
—¿Todo bien, Stevie? —preguntó revolviendo el cabello castaño del niño.
—Sí, Conrad —respondió abrazando la cadera del joven antes de irse.
La rubia se puso de pie y se aceró al dios.
—¿Estás herido? —preguntó comenzando a buscar heridas. No era algo nuevo que el dios se lastimara al entrar con los otros mestizos.
—No —respondió tomando su mano para que dejara de buscar.
Los dedos del dios se dirigieron hasta el rebelde mechón rubio que casi sobre la frente de la chica y lo colocó tras la oreja de esta sin poder evitar dejar suaves caricias. Sus miradas conectaban sin poder separarlas.
—Oh, veo que interrumpo —habló Luke haciendo que ambos se separaran sonrojados.
—No, profesor —exclamó Taylor sonrojada.
—¿Qué sucede, tío? —preguntó el dios.
Luke había tomado la inmortalidad luego de algunos años, así fue como a sus veinticinco había decidido formar parte de la guardia de Lynette para proteger a los mestizos y poder pasar tiempo con su amada Thalia.
—Tus tías te buscan.
—Nos vemos luego —dijo el castaño dejando un beso en la mejilla de a rubia para luego huir donde sus tías con su tío riendo tras él.
—Te gusta —se burló el rubio.
—No sé de qué me hablas —se excusó.
—Deja de molestar a mi muchacho —dijo la voz de Grover cuando ambos estuvieron frente a ellos.
—Por eso eres mi favorito —habló el joven abrazando a su tío.
¡Hola, corazones! Este el el ultimo capítulo de Everlasting, el próximo será el Epílogo. Conrad y Taylor me recuerdan a Ly y Pers al principio. Thalia y Luke están juntos. Ly defiende a los mestizos como si fueran suyos porque lo son, ella es su mami, su protectora. Espero les haya gustado, lamento no haber publicado el capítulo ayer. Nos leemos el lunes con el Epílogo para decirle adiós a esta historia.
Con amor,
Ivy.
ESTÁS LEYENDO
𝑬𝒗𝒆𝒓𝒍𝒂𝒔𝒕𝒊𝒏𝒈 ~ 𝐏.𝐉
FanfictionLynette Roberts, una chica de belleza y fuerza incomparables. Su origen divino, como hija de Ares y Afrodita, la ha convertido en una diosa desterrada que vive entre los mortales sin saberlo. Percy Jackson, un semidiós problemático y aventurero, se...