Lynette Roberts, una chica de belleza y fuerza incomparables. Su origen divino, como hija de Ares y Afrodita, la ha convertido en una diosa desterrada que vive entre los mortales sin saberlo. Percy Jackson, un semidiós problemático y aventurero, se...
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Lynette Roberts
La batalla había iniciado, Cronos estaba furioso y eso solo podía significar problemas.
—Vamos —dije a mis amigos.
El titán tomó a uno de sus aliados y se lo tragó. Todos los demás comenzaron a correr buscando huir de la furia de Cronos.
—¡Cuidado! —exclamó Percy haciéndome retroceder.
Dos bestias con cola de escorpión se encontraban frente a nosotros.
Hice uso de mi don logrando vencer al monstruo frente a mí, pero un grito hizo que me desconcentrara.
—¡Grover! —gritó Clarisse.
Mi mirada se posó en mi amigo, siendo alzado por mi abuelo.
—¡No!
Un corte en mi estómago me hizo volver mi mirada al monstruo que antes peleaba con mi novio. Cronos posó su pie cerca de mi cuerpo en busca de aplastarme y solo pude defenderme haciendo un gran corte en su pierna. Mi abuelo me tomó entre sus garras haciendo que luchara por soltarme ganando diversos cortes.
—¡Lynette! —exclamó Annabeth llamando la atención de Pers.
Mi novio se acercó y cortó uno de los brazos de mi abuelo.
Caí desde grandes alturas lastimándome aún más.
—La espada maldita —dijo Cronos mirando a Percy.
El titán alzó sus garras en busca de atrapar a mi novio. Me puse de pie y me interpuse hiriendo a Cronos.
—¡Cuidado! —escuché a Clarisse gritar, pero lo único que sentí fue la cola del monstruo atravesar mi estómago.
Me dejé caer sintiendo mi cuerpo arder. La herida era grande, podía ver mi sangre dorada y roja manchar mi ropa.
—No me dejes —pidió Percy entre lágrimas cuando me tuvo entre sus brazos.
—Lo he logrado —exclamó Cronos —. La diosa desterrada morirá y nadie podrá vencerme.
—Debes detenerlo, amor —dije dificultosamente.
Vi como mi hermana asesinaba al monstruo y a lo lejos el titán se regodeaba por su victoria.
—Princesa —habló Tyson llegando a nuestro lado.
—El vellocino, rápido.
Percy tomó la tela entre sus manos y la posó en mi herida con la esperanza de que sanara. Vi los ojos llenos de lágrimas de mi hermana, pero lo único que sentía era como cada fuerza de mi cuerpo se alejaba abandonándome completamente. Y finalmente cerré mis ojos.
Narradora
—Lynette —llamaba el de ojos azules a su novia con pesar —. No.
