𝟎𝟎𝟐

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Lynette

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Lynette

—¿Dónde estoy? —pregunté apenas abrí mis ojos.

Una bella mujer a la que reconocí como mi madre divina estaba acariciando mi rostro.

—Estás despierta —celebró para comenzar a repartir besos en mi cara.

Rápidamente, un montón de personas entraron a la habitación.

—Hermanita —exclamó Eros, mi hermano mayor, antes de abrazarme.

Papá tomó a mi hermano y lo movió fuertemente para dejar el camino libre para ahora él poder abrazarme.

—Ellos... —dije con tristeza.

—Lo lamento tanto, querida —exclamó la diosa Hera.

Uno por uno fue acercándose, los dioses querían asegurarse de que estuviera bien.

—Déjenme sola —pedí casi en un susurro.

Oí como mi hermano trataba de negarse, pero luego de unos regaños, salió.

Necesitaba procesar todo lo que había pasado. Mis padres habían muerto, habían sido asesinados por un monstruo, pero ese animalejo estaba ahí por alguna razón. Cronos y sus aliados tenían que estar tras esto. Por un momento quise odiar a los dioses por dejar a mis padres morir, pero entendía que ellos no siempre podrían estar pendientes de mí y mi familia. Ellos tenían deberes que cumplir, pero aún así dolía perder a las dos personas más importantes de mi vida.

Luego de un rato recordando a mis padres y lamentarme no haber estado antes para poder ayudarlos, alguien entró a la gran habitación con aspecto de la realeza. Mi novio estaba entrando al lugar siendo seguido por los dioses quienes trataban de impedir que entrara.

—Dijo que quiere estar sola —le espetó la diosa de la caza.

Rápidamente, me puse de pie y corrí al encuentro de mi novio, al igual que él al mío. Cuando sus brazos me rodearon pude llorar y descargarme.

—Estás bien —repetía mientras acariciaba mi cabello y me presionaba más contra su pecho.

Escuchar el latido de su corazón me hizo sentir mejor, no había perdido a todos. Aún tenía a Percy conmigo, aún tenía a una de las personas más importantes conmigo. Y ahora me negaba a que algo malo le sucediera.

—Los perdí —dije entre lágrimas.

Mi novio me tomó entre brazos y volvió a recostarme en la cama.

—Lo lamento, amor —exclamó dejándome enterrar en su pecho —. Ellos no merecían morir.

—Creo que es mejor dejarlos solos —escuché la voz de mi madre.

—No —negó mi padre, pero el sonido de un golpe me hizo saber que mi madre lo había sacado a patadas del lugar junto a los demás dioses.

El chico de castaño cabello se aferró a mí.

𝑬𝒗𝒆𝒓𝒍𝒂𝒔𝒕𝒊𝒏𝒈 ~ 𝐏.𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora