𝙲𝟸 𝚄𝚗𝚊 𝙻𝚕𝚞𝚟𝚒𝚊 𝙿𝚎𝚗𝚍𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎

271 35 8
                                    


Hay momentos definitivos que cambian el rumbo de tu vida.  Sin imaginármelo, ese momento en mi vida se acercaba cada vez más.

Días después Abigail y yo planeábamos estudiar juntas en preparación para los exámenes finales. Al fin nos graduaríamos de bachillerato, yo siguiendo los pasos de papá estudiaría medicina, y Abigail por su amor a los caballos, al igual que mi hermoso Don Armando, se decidió por veterinaria. 

Ambas dábamos nuestro mayor esfuerzo para tener las mejores notas y planeábamos acudir la mejor universidad del país juntas. Teníamos tantos planes, éramos tan inseparables, y yo la quería tanto como la hermana que nunca tuve.

Sí, mi sueño era ser médico como mi papá. Aunque debo admitir que la decisión entre medicina y fotografía fue algo difícil para mi, pues amo capturar la belleza de este mundo, esos instantes efímeros e inolvidables, y cargo conmigo mi cámara a todas partes que voy.

Al llegar a la hacienda, ante la insistencia de Katia las tres nos pusimos a estudiar al lado de la piscina, tomando el sol, en vez de la recámara de Abi o el despacho de su papá, como era nuestra costumbre.

Aunque la verdad no se que hacia Katia ahí de entrometida, se que no me soporta, y a ella jamás le ha gustado acompañarnos a estudiar, se le hacia demasiado aburrido, y solo hacia el esfuerzo suficiente para no reprobar sus clases.

"¿De qué sirve que saque buenos grados o que termine una carrera aburrida como ustedes dos?" Dijo Katia cuando le sugerimos que dejara esas revistas y se pusiera a estudiar con nosotras. "Al fin de cuentas todo esto será mío algún día, como la gran heredera de papá." Alzó su mentón orgullosa.

"Ajá, una de las herederas ¿Y como piensas manejarlo todo si no sabes más que pintarte las uñas y andar tras de chicos todo el tiempo?"

"Abi tiene razón Katia. Manejar una hacienda y todos los negocios atados a ella no es cosa fácil. Tu papá se ha esforzado mucho para lograr lo que tiene..."

"Ash, que bobas son. Obviamente contrataría a gente que se haga cargo de eso. Además ¿tú que vas a saber Sammy? Si eres una simple pobretona."

"¡Katia! No seas grosera con Samanta, no te eduqué de esa manera." Le llamó la atención Don Armando al acercarse y Katia sólo rodó sus ojos, se puso sus gafas de sol y regresó a sus revistas.

"No se preocupe Don Armando, ya se como es Katia.." Comenté apenada.

Don Armando me regaló una de sus bellas sonrisas seguida por un guiño. Y sí, me convencía cada vez más que mi corazón le pertenecía a él.

En sus manos cargaba bandejas llenas de ingredientes y se instaló en las mesas de picnic que se encontraban cercas de la piscina, procediendo a alumbrar la chimenea. Prepararía su especialidad, nos anunció, una deliciosa paella que le quedaba para chuparse los dedos.

Entre anécdotas y  malos chistes seguidos por risas divertidas, saqué mi cámara, y llena de nervios le tomé una fotografía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entre anécdotas y  malos chistes seguidos por risas divertidas, saqué mi cámara, y llena de nervios le tomé una fotografía. La concentración para estudiar se me había ido por completo, pero no me podía quejar. Pasar la tarde al lado de ese hombre era maravilloso.

"Sammy, ¿traes el libro de química?" Preguntó Abigail buscando en su mochila.

"Creo que lo dejé en el despacho ayer, voy por el."

Abigail asintió, revisando sus notas, y entré a su casa, al  estar en el despacho de Don Armando no pude evitar el impulso y me senté en esa silla enorme detrás del escritorio, grabando en mi memoria cada detalle de ese espacio personal que Don Armando tanto ocupaba.

Amba su organización, todo posicionado perfectamente en armonía, algunas fotografías de su familia, y un par de bolígrafos al lado de su carpeta de cuero.

Una fotografía en especial llamó mi atención y la tomé en mis manos.  Sentí un dolor en mi pecho al ver tanta felicidad y amor entre Don Armando y Doña Rosario. 

Se que no era mi lugar, no tenía derecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se que no era mi lugar, no tenía derecho.  Ellos eran una hermosa pareja, con una bella familia, pero mi corazón no entendía razón.  No comprendía que ese hombre jamás sería mío, que nunca podría corresponder a este amor loco que yo sentía por él.

Regresé la foto a su lugar, y limpié una lagrima llena de anhelo que se me escapó.  Tomé un bolígrafo y escribí una nota en su portafolio, una nota solo para mí, para desahogar este sentimiento que llevaba dentro. Una nota que planeaba llevar conmigo.

"Usted y yo tenemos una lluvia pendiente,
no importa si es febrero o si es mayo,
se que ese día lloverá...
Yo le haré café y usted me hará la vida."

Pero al escuchar pasos afuera del despacho me llené de nervios, me levanté rápido, escondiéndome en el closet.  Cuando los pasos se alejaron, salí de mi escondite y tomé mi bolso junto con ese libro que buscaba, y salí rápidamente del lugar, olvidando esa nota por completo.

𝓓𝓲𝓯𝓮𝓻𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora