𝙲𝟸𝟾 𝙸𝚗𝚜𝚎𝚙𝚊𝚛𝚊𝚋𝚕𝚎𝚜

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Fueron tantas emociones, tantos secretos saliendo a la luz de golpe.. el embarazo y accidente de Katia donde casi pierden la vida las dos.. la orientación de Abigail.. mi silencio.. fue tanto que mi señor casi se nos va por la fuerte impresión... estando en un hospital la reacción del personal médico fue inmediata.

Aunque trataron de convencerme que me esperara con la familia mientras lo atendían, no, de mi esposo yo no me separaba ni un segundo. Estuve al lado de Armando en todo momento.

Fue un preinfarto lo que le sucedió.  Y yo.. yo me muero si algo más le pasaba al dueño de mi corazón, sin él mi vida no tenía sentido.  Traté de mostrarme fuerte, de no derramar lágrimas aunque la ansiedad me carcomía por dentro. Sostuve su mano mientras un cardiólogo nos explicaba la situación, pero ese nudo en mi garganta no desaparecía.

Me sentía tan culpable por todo, por guardar silencio, por andar de tapadera y alcahueta de esas locas de sus hijas, y miren ahora la situación en que nos encontrábamos...

Al terminar de informarnos y dar sus indicaciones el médico se retiró dejándonos solos.. Armando aún no me miraba a los ojos y mi corazón se empezaba a acelerar de la angustia.

"Escuchaste lo que dijo el doctor.." dijo después de un momento, soltando mi mano.  "No necesito más estrés en mi vida.  Déjame solo."

"Mi amor.." susurré tratando de contener las lágrimas.

"¡Que me dejes solo niña!" dijo entre dientes aún sin mirarme.

Y ese niña .. ese niña fue como un cuchillo en mi corazón. Asentí solamente y salí de esa habitación justo como él lo deseaba.. dejándolo solo. Y al cerrar la puerta le di rienda suelta a mis sentimientos, las lágrimas derramándose por mis mejillas sin poder controlarlas.

"Mi papá.. ¡¿Qué le pasó a mi papá?!" Abigail corrió asustada a mi lado al verme derrumbarme. Lucía.. su pareja que al final de cuentas no era una desconocida para mi, se acercó tratando de confortarme también.

Lucía era veterinaria al igual que Abigail, y había sido compañera nuestra en el colegio, hermana de Regina González, la dueña de una de las haciendas vecinas. Ahora tantas cosas tenían sentido. Esas miradas tímidas entre ellas, los nervios cuando no me notaban acercándome y las interrumpía en alguna plática. Tan ciega que fui al no darme cuenta de ese amor inocente entre ellas.

"Él está bien... tu papá está bien.  Pero no quiere verme.." logré decirle.  Pero no podía más.  Necesitaba tiempo a solas y salí rápidamente de ahí, pidiéndoles que por favor no me siguieran.

En la capilla del hospital encontré ese silencio, el refugio que tanto necesitaba.  No se cuánto tiempo pasó pero terminé de desahogarme, de dejar mi sentimiento y las lágrimas fluir, que mis pensamientos se calmaran.

  No se cuánto tiempo pasó pero terminé de desahogarme, de dejar mi sentimiento y las lágrimas fluir, que mis pensamientos se calmaran

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Respiré profundo y salí de regreso a mi realidad.  Armando estaba furioso conmigo, y tenía razón de estarlo.  Pero de alguna manera volvería a contentarlo, estaba segura de eso.  Nuestro amor era más fuerte que todo y vencería esta prueba también.

Unos días después los dos, Armando y Katia fueron dados de alta. Los dos con órdenes de reposo absoluto, Armando por unos días, Katia por el resto de su embarazo, y los dos iguales de testarudos tendrían que obedecer, quisieran o no.

De la misma manera que yo no me separaba de Armando, aunque aún me siguiera tratando fríamente, José no se separaba de Katia, y mucho menos ahora que sabía que él era el padre de esa criatura.

Armando tenía una plática pendiente con todos nosotros, pero por el momento decidía ignorarnos por igual, y tenia el presentimiento que nos la tendríamos que ingeniar para sacarlo de esa amargura a la que se quería aferrar nuevamente.

Armando tenía una plática pendiente con todos nosotros, pero por el momento decidía ignorarnos por igual, y tenia el presentimiento que nos la tendríamos que ingeniar para sacarlo de esa amargura a la que se quería aferrar nuevamente

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Una semana después...

"Se le pasará el enojo.. ¿cierto?" Preguntó Abigail con su ceño fruncido.

"No sé Abi.. eso espero.." suspiré acurrucándome más con Katia. Desde ese día que estalló la bomba Armando casi no me dirigía la palabra.. no me miraba.. ni siquiera estábamos durmiendo en la misma habitación. Realmente me estaba empezando a asustar que esto sería el fin de nosotros.

José se acababa de ir, y nos encontrábamos Abigail y yo acostadas a cada lado de ella en la cama. Desde el día del accidente Katia había cambiado su forma de ser radicalmente. Miraba la vida de nueva manera... la ilusión por su bebé era palpable, y había decidido darse una oportunidad con José. Darle una oportunidad a ese amor que había entre ellos sin darle importancia a las diferencias y al que dirán.

Y con respecto a mi.. Katia por fin me aceptó como parte de su familia. Y aunque aún tenía esos momentos pedantes y un poco groseros.. en el fondo era como su papá. La amargura era solo un escudo con el que se protegían, y ahora nosotras tres, las locas de la familia Bustamante, éramos inseparables, y mi gran esperanza es que así permaneciéramos...  Solo faltaba contentar a nuestro gruñon, pero para eso contábamos con la experta en salírsele con la suya siempre.

"Ay ya dejen esas caras de perrito triste que harán que me den mas nauseas.." dijo Katia tratando de no sonreír. "Ya verán que si se le pasa el coraje. Yo conozco muy bien a papá. Miren.. esto es lo qué hay que hacer.."

𝓓𝓲𝓯𝓮𝓻𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora