Katia nos miraba incrédula, bajó las escaleras rápidamente hasta parar enfrente de nosotros. Mi corazón se aceleró, y debo admitir que esta loca si me daba algo de miedo, pero alzando mi mentón no bajé mi mirada, sintiéndome aliviada al sentir la mano de Armando tomar la mía.
"¡Expliquen que está sucediendo!" demandó alzando su voz.
"Katia, baja tu tono" advirtió Armando "Samanta y yo decidimos darnos una oportunidad."
"¿Qué? Esto no puede estar sucediendo... ¡No papá! Ustedes no pueden estar juntos, con ella no."
"¿Por qué no, Katia?" pregunté sintiendo mi sangre hervir.
"¡Por que es un disparate! Por favor, van a hacer el ridículo, miren las diferencias de edades, parecen padre e hija."
"Las diferencias no importan. Nosotros nos amamos" dijo Armando y voltee a verlo orgullosa "nuestra relación no está en debate Katia, no te estoy pidiendo permiso. Samanta y yo estaremos juntos te guste o no."
Katia nos miraba con tanto coraje pero a la vez noté algo de tristeza. Ella siempre fue tan apegada a su mamá y presentí que esto iba más allá del que dirán. Apreté la mano de Armando en señal y me entendió. Soltándome camino hacia su hija y la tomó del mentón.
"Katy, siempre voy a amar a tu mamá, ella está en mi corazón.. pero la vida sigue. Tu y Abigail ya son adultas.. con sus propias vidas, y yo tengo una nueva oportunidad de ser feliz, de un nuevo amor.. espero que lo llegues a entender."
"No se papá.. no se si pueda hacerlo."
Katia giró subiendo nuevamente las escaleras y Armando suspiró. Su reacción había sido justo como lo pensamos, y mi esperanza era que por lo menos llegara a respetar nuestra relación algún día.
Los días pasaban, y aunque los dos teníamos nuestras obligaciones que nos mantenían ocupados la mayor parte del tiempo, las noches siempre estaban llenas de amor. Armando seguido se quedaba conmigo, y yo aún no me animaba a pasar la noche con él en la hacienda. Por un lado por Katia, no quería más enfrentamientos con ella, y por otro por que aunque aceptaba el pasado de Armando, el amor que le tuvo a su esposa, sentía que ese lugar aún le pertenecía a ellos, no podría pasar la noche en su recámara. No aún.
Se llegó una de las fiestas tradicionales del pueblo; mariachis, puestos de comida típica, juegos mecánicos para los niños, y al llegar la noche juegos pirotécnicos, en fin pura alegría.
Era la primera vez que Armando y yo salíamos en público juntos. Llegamos a una mesa donde se encontraban algunos de sus amigos y sus esposas, y pronto se pusieron a platicar animadamente. Las esposas entre ellas, los hombres de caballos, negocios, entre otras cosas, y yo me empecé a sentir fuera de lugar. Me sentía invisible, y más que eso, celosa cuando llegó la hija de alguno de esos caballeros y le empezó a hacer ojitos a Armando.
En un pueblo tan pequeño como este prácticamente todos se conocen, y a Nora la conocía de vista solamente, acudió a la misma escuela que Abigail y yo y era un par de años menor. Saludó a todos y luego se sentó al lado mío.
"Un poco aburrida la fiesta ¿no?, lo interesante son ciertos invitados." dijo fijando su mirada en Armando y sentí mi sangre hervir.
"¿Por que lo dices?"
"Armando Bustamante, está como quiere y ahora que al fin salió de la hacienda no puedo volver a perder la oportunidad."
"¿Perdón? ¿Volver a perder?" pregunté incrédula.
ESTÁS LEYENDO
𝓓𝓲𝓯𝓮𝓻𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪𝓼
RomantizmBien dicen que si conoces a la persona correcta en el momento equivocado la vida vuelve a juntarlos de alguna manera. Y así fue mi caso. El hombre de mis sueños, el hombre perfecto, lo conocí cuando yo apenas tenía 17 años, y él ya era un hombre...