IV

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El suicidio

Todavía seguian en el patrulla, Conway llamaba varias veces a Gustabo tocándole el hombro con algo de pánico al ver que su compañero no respondía. Gustabo estaba tan metido en sus sueños y recuerdos que había olvidado que todavía estaban juntos en el auto.
De un pestañeo, recobró el sentido del yo y talló su ojo con su mano derecha.

-Perdóneme Conway, me he comportado de manera irrespetuosa, no volverá a suceder. —Lo miró extrañado, el tambien lo estaría. Jamás le había hablado así a alguien, algo que para todos sería surrealista.


-Estas como una puta cabra.

Le había pedido disculpas, ¿que mas necesitaba? no comprendía el porque de la mayoría de cosas que hacia su jefe, se sentía intimidado y asustado cada vez que interactuaba con el.
Daba miedo no tener la misma opinión que Conway.

Se mantuvieron en silencio durante el resto del viaje, yendo de alerta tras alerta. Deteniendo a algún que otro delincuente que robaba autos o conducía de manera que al Super no le gustaba.

Una alerta, la alerta que de una u otra forma le había cambiado el día a Gustabo.

"Un hombre intentando saltar del puente"

Pobre alma.

El de corbata y gafas oscuras no tardó en apretar el acelerador, Gustabo marcó la ubicación y no demoraron mucho en llegar. En esta habían varios uniformados de pie frente al borde donde se encontraba el foco de atención.

Era tan solo un joven que parecía tener 21 años o inclusive menos. Entre sollozos pedía que los oficiales se retiraran, que lo dejaran en paz.

-¡Por favor, déjenme solo! Ya no quiero. . .

Parecía tan vacío, sus palabras ya no tenían casi voz.
No estaban obteniendo resultado sus mil y un intentos para sacarlo de ese lugar. Ya habían pasado 3 oficiales y el superintendente enfrente.

El chico solo repetía una y otra vez "Déjenme solo" "Déjenme solo".
Solo quería paz, lo entendía mas que nadie. Le parecía erróneo la manera en la que se comportaban los agentes. Le ordenaban que bajara, sin escuchar. Respondiendo con repeticiones las repeticiones del joven. Dejando con mas dudas su cabeza.
No era la forma, ¿no todo el mundo quiere ser comprendido?

-¿Puedo intentarlo yo? Le cuestionó el rubio a su superior. Este lo miró sobre sus gafas, ni siquiera estaba al tanto de la situacion, usaba su móvil muy concentrado.


-Haz lo que quieras, es un caso perdido.

Volvio a clavar su mirada a la pantalla dejando a su merced la vida del chico. Se acerco cuidadosamente.

-¡Alejate, déjenme solo!

Gustabo se mantuvo en silencio, no respondió ante las amenazas y ruegos del muchacho. Pensaba, ¿que podría hacer?

-¿Pero que cojones se supone que hace? ¿No tiene que sacarlo de ahí?

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