Alma liviana
- ¿A donde vas?
Preguntó Gustabo medio adormecido.
Segismundo fue sorprendido mientras se colocaba su clásico sombrero y tomaba un fajo de billetes de la alacena.- ¡Gustabo! -Exclamó sorprendido mientras volteaba a verlo con una mano en el corazón.
- Me asustaste. Un primo mío me llamó, dice que hay un trato muy importante de drogas y tengo que ir urgentemente.
- MmHg.
Murmuró.
Gustabo ya sabía sobre los tratos que últimamente realizaba la organización de Segismundo pero sin embargo ya no quería interferir mas.
Aunque nunca dejaba de verse a si mismo preocupado y ansioso por el ambiente en el que se encontraba su amigo.
Peligroso.- ¿Vas a volver pronto? Pienso ir a comprar al centro comercial.
- ¿Con que dinero? -Este simplemente alzo los hombros despreocupado.
El de suéter no pudo evitar sentirse ansioso por el estado de Gustabo.- No lo se, sabiendo como estas no estoy seguro si deberías salir.
- No soy un puto crio.
- Gus. Hablo enserio.
- ¡Yo también! ¿Acaso crees que voy arrojandome por barrancos por ahí cada que quiero? -Preguntó con una ironica sonrisa.
Segismundo frunció las cejas en desaprobación y en un suspiro volteó todo su cuerpo hacia el.- No quiero que te pase nada. Estas en un estado delicado y lo entiendo Gustabo, no te voy a sermonear. -Se sentó en la orilla de la cama y le dió una sonrisa sincera.
- Pero debes prometerme que no haras nada descuidado y me llamaras ante cualquier problema. -Gustabo pareció relajar su semblante a uno mas serio y flexible.
- Esta bien, pero solo si tu me prometes que terminaras cuanto antes y volverás sano y salvo.
Extendió su meñique con una mirada gruñona e infantil. La otra parte solo sonrió y en un ladeo de cabeza asintió mientras sostenía el dedo con el suyo.
- Es una promesa.
Momentos después Gustabo se vió completamente solo en la habitación. Segismundo había tomado un suéter, un pasamontañas negro y unas bolsitas que contenían un polvillo blanquesino para luego desaparecer por aquella puerta velozmente.
Gustabo siempre era recordado y descrito como una persona que no solía seguir las indicaciones al pie de la letra, pero esta vez intentaría cumplir.Por el.
Se levantó con desinterés y colocándose unas pantuflas viejas se aventuró perezosamente hasta el salon donde lo esperaba su programa favorito cuando el estaba preocupado.
Su mente no tardo en disociarse.
Su cabeza visualizaba a Jack Conway.
A Horacio Pérez.Pensamientos constantes y cambiantes que no le permitían entender la conversación que relataba la TV, solo siendo taladrado por esas personas que habían desaparecido de su vida en un instante.
De pronto, su frente comenzó a doler indicando que estaba apunto de cometer un terrible error del cual se arrepentiría mas tarde.

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Depresso
Hayran KurguGustabo García esta deprimido. Solo sus recuerdos y pesadillas son testigos del vacío futuro que le depara. (FINALIZADA)