IX

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Dulces y antiguos días

-¡Mami!

Un pequeño niño corría aterrado, se tropezaba con la propia tierra y lloraba el nombre de su madre.

A la distancia, aquella mujer pelirroja se asomaba desde el interior de la casa.

El rubio se lanzó al suelo y comenzó a llorar como si de la muerte se tratase. La madre llegó rápidamente a la posición de Gustabo y se agachó a su altura, lo tomó en brazos y coloco la frente del nene junto la suya.

-¿Que sucedió cariño? ¿Porque lloras?

Solo emitía sonidos de pánico. Intentando hablar.
La mujer lo acariciaba y le tarareaba una canción nada importante, con tal de calmarlo.

-¿Estas bien mi cielo? —Le susurró con un tono comprensivo, aquel tono tan suave.


-¡Había una araña! —Acto seguido comenzó a llorar de nuevo. Ella suspiro aliviada, de que no sea nada grave.


Sonrió con intenciones de calmarlo.

-¿Te dan miedo las arañitas, gus? —Lo dejó con cuidado en el suelo y le tomó de la mano. Llevándose con cuidado al niño a la casa.

En el camino, ella le hablaba y el respondía poco y nada.

-No tienes de que preocuparte, las arañitas son buenas. —Volvió a mirarle a los ojos.


-Las arañitas ayudan a los humanos a deshacerse de los mosquitos molestos.

Le hablaba cada vez mas cerca, con una sonrisa traviesa, haciendo "bzzzz" mientras le daba pequeñas cosquillas en su abdomen y cuello.
El niño estalló en risas, aliviado.

-Gracias mami.

❀.・゜゜・

-¡A desayunar!

La mujer de ojos azules y vestidito blanco colocaba dos platos encima de una mesita de madera, cubierta por un mantel celeste con mariposas bordadas.

Gustabo García llegaba corriendo de su habitación, en pijama y con el cabello revuelto.
Sentándose en la silla con almohadones, que le daba mas altura.

-Mami

-¿Dime cielo? —Terminó volteando y dejando el jugo y las tostadas en el centro de la mesa.


-¿Y papi? Falta su plato. —Dijo corrigiendo a su madre, como si se hubiera olvidado de algo tan importante.


Ella no pareció sorprenderse, mas bien, parecía apenada.
Se sentó frente su respectivo plato y puso su mano extendida, esperando que el menor hiciera lo mismo.

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