Mi primer y sincero amor
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- ¿¡Quien eres!? ¿Vas a hacerme daño?
- ¿Y-yo? No.
- ¡Alejate de mi por favor!
Lloriqueaba un niño de cabello marrón.
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Matthew había llegado a un lugar remoto, vacío, en busca de refugio por la tormenta que caía violentamente y golpeaba con fuerza su pequeña cabeza.
Encontró finalmente un callejón aislado del agua, aunque algunas gotas de lluvia repiqueteaban en los rincones y huecos.
El rubio sin chistar, se acomodó encima de unos cartones húmedos y cerró sus ojos en busca de reparar el sueño, pues el frío de la calle le impedía echar ojo.
De pronto, el ruido de varias botellas de cristal estrellándose contra el suelo logró que el corazon del pequeño Matthew diera un vuelco al instante.
Brincó de su lugar, estaba muy oscuro, tenuemente iluminado por los faroles ancianos que adornaban las veredas.
Sus ojos tardaron un minuto exactamente en acostumbrarse a la negrura, comenzó a buscar cuidadosa y temerosamente la fuente de aquel barullo.- ¿Hola? —Dijo con timidez, esperando encontrar un animal, o tal vez un inmenso mounstro anhelando devorar su cuerpo.
Mas fue grande su sorpresa al divisar la figura de un niño; seguramente de su misma altura o incluso menos, escondido en un pequeño rincón temblando de miedo y frío.
Ambos estaban igual, pero ese desconocido lucía genuinamente limpio, con telas enteras y su cabello algo despeinado.
Cruzaron miradas.
-¿¡Quien eres!? ¿Vas a hacerme daño?
-¿Y-yo? No.
- ¡Alejate de mi por favor!
El miedo era claro en sus ojos, al parecer no había pasado mucho tiempo de soledad.
- No te haré daño, tú. . .
- Horacio.—Dijo en voz casi indescifrable.
- Horacio. —Afirmó.
- ¿Y tú? —Cuestionó un poco mas confiado el mas bajito.
-¿Y-yo? Creo que, Gustabo.
~
- ¡Gustabo! ¿Puedes quedarte quieto hombre?
Dos adolescentes se encontraban caminando a la mitad de la plaza central, bastante perdidos.
El rubio andaba rápidamente, buscaba con la mirada alguna persona que estuviera mínimamente distraída.
Horacio Pérez, que ya se había realizado dos piercings y se había teñido el cabello de violeta, intentaba seguirle el ritmo agitado.- Horacio, no has comido nada, necesitamos dinero y a ti te despidieron del trabajo. ¿¡Me repites porque!?
El amor era un factor común en la vida del hormonal Horacio, se había encamado una seguidilla de veces con sus clientes en el McDonald's y el jefe lo encontró inconsciente y completamente desnudo en la despensa.
Gustabo casi se infarta al recibir una llamada del local.
El ahora mas alto no respondió, avergonzado se limitó a trotar a su lado.Gustabo ya estaba acostumbrado a los amoríos de su amigo y aun así no lograba sentirse contento cada vez que este volvía con chupones y lamidas en el cuello.
"Es porque me preocupo por el, es mi hermano"
~
Por fin luego de unos tortuosos años, lograron entrar a un instituto, uno barato que entraba en el sueldo maximo de Gustabo y Horacio.
Eran básicamente como fantasmas pues no se relacionaban con absolutamente nadie, solo bastaba con ellos dos.
Pero eran unos fantasmas problemáticos, de esos fantasmas que tiran platos, dejan la luz prendida y rompen vasijas.Horacio finalmente había madurado un poco mas que antes, ahora solamente follaba con 5 o 6 por semana.
Nada mal, tomando en cuenta de que en el pasado sospecho alguna vez de poseer algún tipo de enfermedad sexual.Y ese día, un día como cualquier otro, se habían metido en un problema que incluía papel de baño y tinta.
- ¡Esta es la última vez que los veo cometiendo actos vandálicos! —Exclamó el director enfurecido antes de cerrar de un portazo la entrada de su despacho. Ambos adolescentes en vez de denotar preocupación, intercambiaron una risilla traviesa acompañada de unos suaves y amistosos golpes.
Estaban a una falta de ser suspendidos.
Pero al menos estaban juntos.~
Las respiraciones agitadas de Gustabo y Horacio eran tapadas ciertamente por el ruido no tan lejano de las sirenas policiales.
El de cresta se encontraba en mitad de un ataque de pánico mientras el rubio vigilaba atentamente la salida de aquel callejón.- ¡Joder Horacio! ¡Te dije que eso no saldria bien! ¿¡Porque nunca me haces caso!? —Estaba muy ocupado centrado en el patrulla que merodeaba por la zona que al voltearse hacía su amigo dispuesto a seguir con el regaño, se vió interrumpido por los ojos bicolor de su acompañante.
Estos estaban inundados en lágrimas saladas, doblando su labio inferior en un intento de hacer el menos ruido posible.
Su cuerpo temblaba y su tez se notaba un poco palida.Gustabo dejó su enojo casi al instante y se colocó a la misma altura de Horacio que yacía arrodillado en el suelo.
- Perdón Horacio, no quise hacerte sentir mal.—Murmuró con algo de pena pero sin dejar sus ojos en los labios de su compañero.
Este se abalanzó casi inmediatamente sobre el ojiazul, hundiendo el rostro en su cuello.- Perdón, perdón, perdón. ¡Yo no quería meternos en problemas!
No respondió, acomodó sus brazos y los de Horacio de manera en la que quedaran perfectamente unidos como un rompecabezas, sin decir ni una palabra.
Empezó a mimar los cabellos rojizos del mas alto en busca de relajarlo.
Pareció dar resultado ya que este se quedó dormido, no sin antes brindarle una avergonzada sonrisa a Gustabo y susurrarle.- Te quiero Tabo.
Y se silenció.
Un leve rubor en las mejillas del antes mencionado junto una emoción nueva que jamás había logrado sentir.- Y yo a tí.
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Ahora Gustabo García se observaba a si mismo en un asqueroso charco que dejó la lluvia una hora antes.
Sin embargo ya no lograba ver a Gustabo, no lograba ver a nadie.
- Mi amor.
Mencionó antes de abandonar el pozo de sus recuerdos, antes de pisar aquel charco, antes de ensuciarse el borde del pantalón, antes de irse por siempre.
End
Episode XX

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Depresso
FanfictionGustabo García esta deprimido. Solo sus recuerdos y pesadillas son testigos del vacío futuro que le depara. (FINALIZADA)