XV

602 61 14
                                    

Adiós dulce descanso


El gallego lloraba desconsoladamente, apretando con fuerza la pierna derecha de Gustabo.

- ¡No me dejes! ¡Piedad! —El de cabellos dorados sacudía con fuerza su pierna intentando librarse del agarre de Segismundo.
Las pequeñas vacaciones habían dado a su fin y al amante de las cabras no pareció caerle nada bien.

- ¡Que tampoco me voy a morir! ¡Joder que dramas!

Aun que pensándolo bien su vida unos tiempos antes no era tan alejado a estar muerto.

- ¡Me vas a dejar solito! —El rostro de Segismundo estaba repleto de lágrimas y mocos.

"ewh"

Gustabo suspiro y finalmente relajo su cuerpo, colocándose a la altura de su amigo que seguia sin soltar al rubio.
Ambos intercambiaron una mirada, uno de ellos parecía molesto.

- Caranabo, ¡que tienes mi número! ¡Puedes tranquilamente venir a visitarme!

Podía ir a visitarlo perfectamente, pero deseaba con todas sus fuerzas que no fuera en su departamento.
Este comentario pareció tranquilizar al azabache que soltó lentamente su agarre y colocaba sus manos en sus mejillas.

La mochila con la que había llegado Gustabo, se encontraba en la puerta con su contenido un poco mas ordenado gracias a la ayuda de Segismundo.

- Anda levanta, que pareces gilipollas. —Le extendió la mano al mas bajo y este la tomó gustoso, con una sonrisa en labios.
Salieron lentamente de la casa, acercándose al coche que el de ojos azules había robado días antes.

Metió su bolsa en la puerta trasera y volteó a ver a su amigo que derramaba lágrimas nuevamente.
Aunque tenían la posibilidad de verse en cualquier momento, parecía que no se volverían a ver en sus vidas.
Segismundo corrió hacía Gustabo, inspirado en la telenovela que vieron ayer y se abalanzó a el en un profundo abrazo.

- Que te como todo el morro Gusnabo.

Sin decir nada mas se subió al auto y con dos pitidos se despidió.

A los dos minutos de lejanía volvio a sentirse ansioso, regresando a pensar en todas las desgracias que le habían ocurrido antes de marchar, pensando seriamente como justificar su ausencia en la policía y en como encarar a Horacio cuando lo vea.

¿Le diría la verdad aun sabiendo lo que sucedió? ¿Como confiarle sus cosas?

Había dejado todo a la mitad, pausando sus recuerdos, su futuro y su cuarto.

"Ya tendré tiempo para arrepentirme"
L

a pregunta es, ¿cuanto?.

El camino de vuelta era igual de incómodo que el de ida, con la mirada enfrente pero con su cabeza en las nubes.
Tardo lo mismo que antes, exactamente 2 horas con 23 minutos.

"Me duele el culo"

Entró de la misma manera de la que salió a su departamento, viendo de manera panorámica el desastre que había dejado con su ausencia.
Aunque para Gustabo, ese desastre significaba normalidad.
Su normalidad.
Se sentó en la orilla de su cama y suspiro de manera entrecortada.
Miraba a su alrededor como si fuese la primera vez y estuviese en una escena del crimen.
Se sintió agobiado casi al instante, recordando rápidamente lo miserable que era.

DepressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora