VII

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Pesadillas

No se veía nada, solo un negro que no significaba algo. ¿Tal vez sus ojos están cerrados?
Tocó estos con la yema de sus dedos, estaban abiertos.
¿Estaba ciego? ¿Porque hacía tanto frio?

El sonido de un viento fuerte, el viento que se oye cuando grabas un video en movimiento. Que tapa todos los demás sonidos.

-Gustabo¿Huh?

La figura de una mujer que tenía una hermosa cabellera rojiza reposando sobre sus hombros, como una perfecta cascada. La reconocía perfectamente, ¿como no hacerlo?.

"Pero por alguna razón no recuerdo tu nombre."

Gustabo gritaba un nombre, el nombre de esa mujer, la cual respondía con una sonrisa y extendía sus brazos.
Esperando el encuentro de su cuerpo.

"¿Porque no puedo llamarte?"
"No oigo tu nombre"
"Se quien eres"
"¡¿Por que?!"

La mujer finalmente baja sus brazos al no obtener respuesta y lo observa de arriba a abajo, rendida.

-Eres tan cruel conmigo. . .

Empezó a llorar y todo se desvaneció, el rubio intentaba correr hacía ella pero sin moverse de su lugar. La muchacha le dió la espalda y se fue, mezclándose con la negrura del todo.

-¡Vuelve! ¡Por favor! ¡Te necesito!

Sin embargo ya no había nada ni nadie.

El sonido de una puerta siendo golpeada súbitamente, se sentía como si el ruido transcurriese a su lado. En su oido.

Pum
Pum
Pum
Pum

. . .

-¡Mamá!

El cuerpo de Gustabo se levantó casi por inercia, con sus ojos tan abiertos que se podía notar el azul de sus ojos a kilómetros. Estaba en su habitación, a oscuras.
No había ningún sonido además que el de su respiración y los pájaros que se ponían de acuerdo para entonar una suave melodía.

Sus sabanas, almohadas y mantas parecían ser las pruebas de una terrible noche, lograba incluso ver los pasos que siguió para dejar su habitación en tal desastre.

No paró de pensar en aquella mujer, era su madre, la recordaba perfectamente, recordaba su sonrisa, su cantar a la hora de dormir, su rostro cuando ella. . .

"¿Como se llamaba?"

Llevo ambas manos hacia su frente, intentando hacer memoria, frunciendo el ceño de tal manera que le generaba malestar

«Pesadillas constantes
Recuerdos abandonados
Un amor no correspondido
Una búsqueda que no conocía
Y la pesadumbre que lo perseguía hasta al fin del mundo.»

Esa era una pizca de la vida de Gustabo García. Incluso esa descripción resultaba ideal para una sinopsis de un libro sobre autodescubrimiento.

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