XIX

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Disculpate

- Disculpate.

- ¿Disculparme? —A pesar del descubrimiento de que eran padre e hijo.

Ninguno quería siquiera arreglar la relación.

Gustabo estaba cegado por el rencor y la tristeza pero Conway lo estaba por el orgullo.

Ambos de pie frente a frente, a las puertas de comisaria.
El día anterior había dejado marca en Gustabo, en su cabeza y piel.
Ninguno de los dos había pegado ojo y eso era notable a causa de sus aspectos demacrados y desordenados.

- Matthew escucha. . .

- Gustabo. Me llamo Gustabo.

- Gustabo, escúchame.

- No quiero escuchar si no es para disculparte.

Gustabo García todavía tenía restos de lágrimas en sus mejillas, Conway solo quería escapar.
El rubio había ensayado toda la noche su discurso de odio y prácticó un sin fin de veces la demostración de sus sentimientos, pero ensayarlo en la oscuridad de tu habitación y decírselo a la cara en mitad de la calle. . .

Son dos cosas completamente desiguales.

- ¡Pero al menos dejame explicarte porque!

Otra vez alzando la voz, que te digo.

- Estuve mas de 20 años en la calle, Conway.
Basando mi dieta en sobras y durmiendo en dos cartones sucios.

Esta vez no hubo replica, solo silencio, así que supo que era momento de descargarse un poco de toda la mierda que guardó en todo ese tiempo.

- ¡Te vi miles de veces llorando por tu familia,  lloriqueando sobre lo mucho que la extrañabas ¿y tienes el descaro de discutir conmigo ahora?
He pasado muchos días solo, sin un padre, al menos ten la decencia de disculparte!

No hubo respuesta nuevamente, su egocentrismo lo estaba matando.

- ¡Disculpate por arruinarme la vida, Jack!

- Bien, lo siento. . . Gustabo.

Bueno, lo hizo, algo es algo.
Pero ¿eso arreglaba todo?
Gustabo tambien era algo egoísta, ya no le importaba arreglar el tiempo o su trato con el.
Solo deseaba mandarlo a la mierda pero llevándose consigo su culpa, que suplique por su perdón y se lamente por el resto de su vida.

Un poco rencoroso también.

García negó con su cabeza, frustrado, intentando deshacerse de aquella charla tan penosa pero en vez de darse la vuelta e irse a casa, siguió de largo hacía el interior de comisaria siendo perseguido por Conway.

Ambos caminaron hacia el vestuario, donde Gustabo sacó la placa de su casillero y volteó hacia el pelinegro.
Extendió la mano del mayor por la fuerza y apoyo la placa en su piel.

- Ten, renuncio. —Sin chistar ni dar tiempo a una palabra mas salio de ese salon apresurado.

Se había quedado sin trabajo y sin familia, genial.

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