Una semana había transcurrido con normalidad, hasta que algo sospechoso se presentó, Eun-Young derrepente dejo de asistir a las prácticas y no sólo un día ni dos si no una semana entera. Además de que por ello las prácticas a "Las Nacionales" se retrasaban, a cierta persona le preocupaba un poco.
—Hola Sorim, ¿Sabes algo acerca de Eun-Young?
—Lamento informarte esto Niki pero no, por cierto...¿No has estado preguntando mucho por Eun-Young últimamente? -una mirada picara adorno el rostro de la joven-
El rubio se ruborizo y desvio la mirada enseguida.
—No es lo que piensas...En fin, vendré en la tarde. -aviso despidiendose con la mano-
La chica asintió y levantó su mano para despedirlo con una sonrisa sin salir de su puesto.
Por otra parte, el rubio camino de regreso a su hogar. En el camino venía pensando acerca de volver a su antigua escuela, a pesar de no querer volver a encontrarse con ciertas personas, había alguien ahí que le llamaba la atención.
—¿Debería? Terminaré arrepintiendome. Pero es la única manera, ¿Tengo otra opción? -se cuestionó enseguida-
Y en lo que seguía sometido en sus pensamientos llegó a la puerta de su casa, adentrándose a esta notó la oscuridad que producía el interior.
—¡Mamá! -llamó a su progenitora-
No obtuvo respuesta. Subió las escaleras y la puerta del cuarto de su madre estaba entreabierta.
—¿Mamá?
Se sorprendió al ver a su madre tendida en la cama, una botella de analgésicos a un lado de la mesita de noche y un trapo en su frente, la mayor se veía descansando.
Te enfermaste y no me llamaste, no quisiste molestarte en hacerlo, ¿Verdad? Lamento no haber podido llegar antes para asistirte.
El rubio se acerco lentamente a su madre y retiró el trapo ya seco de la frente de la mujer, volvió a mojarlo y a colocarlo, para después quedarse a un lado de esta acompañandola.
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—Deberías ir.
—Prefiero quedarme a cuidarte. -contesto el rubio-
—Se que estas en las prácticas para Las Nacionales, no te detengas solo por mi. Anda se hace tarde, ve.
—Volveré en cuanto termine, lo prometo, si necesitas algo mandame un mensaje de texto.
Y seguido de decir aquello, salió corriendo de su casa en dirección a la Academia Hallyes.
[...]
—Llegas tarde Niki, otra vez. -reprendio el entrenador-
—Si lo siento tuve un problema, mi mamá enfermo y no sabía si quedarme a cuidarla o venir. Ella insintió en que viniera.
