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El día de las nacionales se encontraba realmente cerca, las prácticas en la academia han seguido día tras día sin parar, la unidad que se presentaría se encontraba de los nervios, pronto partirían a Japón.

—No pensé que el tiempo pasaría tan rápido, esta noche nos vamos... —murmuró Haneul, aún sin poder creerselo.

—Así es, viajaremos por primera vez juntos, me encantaría ver la vista de la ciudad como en las películas, ¿sabes? Debe ser encantador. —habló esta vez Sungmin con una sonrisa.

Por otra parte, Eun-young se mantenía en silencio, metida en sus propios pensamientos.

—¿En que piensas? —preguntó el japonés, poniéndose de cuclillas enfrente de ella.

La castaña lo miró sorprendida por su presencia, pero segundos después le dedicó una cálida sonrisa.

—En mi mamá, ella se quedará sola por dos semanas enteras, tengo miedo de dejarla sola. —respondió bastante pensativa.

—Apuesto a que tu madre te extrañara, pero al mismo tiempo estará contesta de que estés cumpliendo uno de tus sueños. —dijo Ni-ki sonriéndole.

La menor asintió menos preocupada gracias a esa respuesta.

Esta vez, Ni-ki era quien se hizo ideas en la cabeza, dispuesto a compartirlas con su compañera. —Si el entrenador Ji-pyeong nos deja, prometo llevarte a dar una vuelta por la ciudad y a comer comida japonesa.

—He comido comida japonesa antes. —comentó la castaña.

—Si, todos lo habrán hecho, pero es diferente hacerlo en el país de origen, ya verás, una vez pruebes la comida no querrás irte de japón.

Eun-young no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de Ni-ki, era obvio que extrañaba demasiado su país, no había ido por dos largos años o incluso más.

—Chicos. —llamó el entrenador entrando a la sala—. Espero que tengan todas sus cosas listas, nos veremos en el aeropuerto a las siete y media a más tardar, asegúrense de llevar todo lo necesario. Ahora sí, a casa, nos vemos más tarde.

Cada uno de los aprendices tomó su bolso, saliendo de la sala de práctica.

—Te acompaño. —sugirió el rubio, extendiendo su mano para ayudar a la chica a pararse, esta aceptó gustosa.

—Esto ya se está volviendo rutina. —murmuró la castaña.

—Pues no quiero que te pase nada malo, sólo es eso. —respondió tranquilamente el chico.

Eun-young sonrió ligeramente, tomando del antebrazo del japonés para sacarlo de allí.

Caminaron por las mismas calles de siempre, en silencio pero disfrutando de la compañía del otro.

—¿Quieres leche de fresa? —preguntó el japonés sonriente, deteniéndose enfrente de una tienda de conveniencia.

Eun-young se detuvo junto a él, dejando escapar un sonrisa de sus labios. —No podría negarme.

El chico asintió adentrándose a esta, siendo seguido por la castaña.

—¿Deberíamos comprar refrigerios para el viaje? —preguntó la menor, mirando fijamente unas papas fritas.

—¿Tú crees? —cuestionó sacando una cajita de leche de fresa del congelador.

El chico giró su cabeza, viendo como la menor parecía querer demasiado aquel paquete de papas.

˚˖𓍢ִ໋🦢˚ 𝗟𝖾𝗍'𝗌 𝗗𝖺𝗇𝖼𝖾 ♬ | Nιʂԋιɱυɾα Nι-ƙι ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora