¡Bienvenida al manicomio! - Parte I

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Anyara elevó las cejas luego de oír la respuesta.

-¿Sugieres tomar unas vacaciones?

L asintió con vehemencia.

-¿Recuerdas la casa de vacaciones de mi familia? Podríamos ir este fin de semana, nos serviría para distraernos un poco.

-¿Tu familia no se molestaría?

-Ñaaa, ahora la casa está vacía, sólo hay reuniones en verano, Navidad o algún cumpleaños. Estoy segura de que no les molestaría. Y justamente había invitado a Simón a ir a las de verano.

-¿Y qué te dijo?

Michelle ocultó una sonrisa que tentó con escapar.

-Aceptó- regresó su vista a Anyara-. En fin, ¿qué piensas? Debes admitir que es la mejor idea que he tenido en mi vida desde que decidí descargar Wattpad.

Anyara rio, pero asintió con la cabeza.

-Pienso que es genial. Hace falta un descanso y las risas de antes para aligerar el ambiente. ¿Cuándo nos iríamos?

-Pues, los chicos llegan el jueves, podríamos partir el viernes saliendo del trabajo. Llegaríamos en unas tres horas. Dos si el tráfico para salir de la ciudad no va en nuestra contra.

La castaña sonrió más. Estaba encantada con la idea.

-Ya quiero contarle a Dian.

🧁🧁🧁

-¿Y? ¿Qué te parece?- Anyara estaba sentada en la cama de Dian, frente a la azabache, esbozando la más brillantes de sus sonrisas, esperando contagiar su alegría.

Y Dian sí sonrió, pero su gesto no era habitado por el sentimiento que Anyara esperaba.

-Es una gran idea. A los chicos les fascinará ir. Recuerdo que fuimos allá una vez para la fiesta del cumpleaños número doce de L... y que ella empujó a su primo a la piscina por abrir sus regalos.

Anyara soltó una carcajada.

-O cuando me persiguió el perro de su tía que estaba tan asustada que corrí hacia la mesa del pastel y por accidente la derribé. El pastel le cayó al pobre perrito.

Dian rio, y muy fuerte.

-¡Y era un chihuahua! ¡Le tenías miedo a un chihuahua!

-¡Tenía dientes filosos!

-Pero tú eras ocho veces más grande que él.

Ambas se sumieron en risas y recuerdos, tomando con añoranza y cariño sus memorias compartidas, abrazándolas entre carcajadas y sonrisas de una amistad forjada de una promesa de la niñez, de dos niñas de seis años que crecieron juntas, que lloraron lado a lado, que discutieron y se abrazaron cuando el mundo de la otra se venía abajo cual castillo de arena golpeado por olas.

Y ahora, diesisiete años después, se reían del pasado, de las buenas experiencias, de los días malos,

Aunque estuvieran en uno de ellos.

🔮Isaza🔮

Las comisuras de sus labios no podían descender ni aunque se esforzara, simplemente no era posible. Hizo que su mirada viajara de la pared frente a él hacia la chica que escribía en su celular parada a su lado.

Emilia soltó una pequeña risa sin despegar la vista de su teléfono, ensimismada en la conversación que tenía. Según Juan Pablo sabía, se trataba de su amiga, quien aún permanecía en España.

Ángel Mío: Nada Es EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora