Capítulo 17: Quiero que seas feliz

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Dian

No podía ser, ¿justo cuando soñaba algo tranquilo se despertaba? Ojalá hubiera pasado eso con las pesadillas que tuvo en la mayoría de la noche.

Sentía la noche anterior tan lejana. Sentía todo remoto a ella.

Tardó un segundo en recordar todo lo ocurrido hace unas horas, todo lo ocurrido el día anterior, la presión y el estrés que afortunadamente no estaban tan presentes ahora. Lo que la alegraba era el haberse despertado. Así, pudo ser consciente de que a su lado estaba la persona que más amaba en el mundo. Sintió su respiración cálida y sosegada sobre el hombro. Si estuvieran más cerca el uno del otro, podría sentir su barba raspando levemente su piel.

Abrió los ojos de una vez y se giró con cuidado para quedar frente a frente con Villa. Dejó un corto beso en su frente, segundos después, los ojos del chico se abrieron, y una leve sonrisa despertó con él.

— Buenos días, princesa— habló suavemente, con un hilo de voz ronca que acompañó a sus palabras y que hizo sonreír a la chica—. ¿Cómo te sientes?— volvió a cerrar los ojos y Dian supuso  que se estaba volviendo a dormir.

— Buenos días. Mejor gracias a ti— acarició su mejilla, la sonrisa de Villa que se había debilitado por el sueño volvió a surgir—. ¿Y tú?

— Bien porque estoy contigo.

Al fin abrió los ojos y se miraron directamente, con amor. Un par de instantes después, Villamil volteó hacia el techo y se tapó la cara con las manos, cubriendo un bostezo.

— ¿Como qué hora es?— preguntó volviendo a observar a la azabache y buscando su mano para dejar una caricia.

— Dígalo usted, señor con reloj.

El ojiverde rio bajito y miró su reloj, no era tan tarde, rozaban las nueve y media de la mañana.

— Son las nueve y media.

— ¡Ay no! Ya es tarde— exclamó, apartando las cobijas y haciendo que Villa frunciera el ceño mientras veía a Dian levantarse.

— ¿No nos podemos quedar más aquí?

— Nop, tenemos cosas que hacer— respondió mientras veía la batería de su celular, pero además de la batería, notó una notificación que tenía de Isaza.

Era un mensaje, y decía lo siguiente:

"Cuñadaaa, buenos días. Se nos perdió un Juan Pablo Villamil, ¿de pura casualidad no lo tienes tú?😏😘 Y, una pregunta, ¿no tienen ustedes un candado que nos presten? El candado es lo principal, salvará al pueblo del hambre".

Y otro mensaje abajo:

"Ahhh y ya vénganse que estábamos pensando en salir antes e ir al cine como ayer habíamos dicho".

Segundos después:

"Jjaja olvida lo del candado, ya encontramos uno"

— Isaza acaba de preguntar por ti— le dijo a su novio—, y por un candado.

— ¿Por un candado? Qué rayos querrán  hacer ahora.

— Ni idea, pero hay que apresurarnos porque quieren salir antes.

El chico bufó y se enderezó, él quería estar más tiempo ahí con ella, pero ni modo. ¿De verdad querían salir más temprano?

— Está bieeen. Voy entonces a bañarme y luego regreso— avisó, se puso de pie e intentó recordar si no había traído algo consigo.

— Si quieres báñate aquí mientras yo voy por tu ropa— sugirió Dian, y a él no le pareció una mala idea.

El ojiverde le dijo que sí, le agradeció y le dio el primer beso en los labios del día. Luego de que Dian le prestara una toalla, le preguntara qué quería que le trajera de ropa y él le dijera que lo que ella quisiera, se metió al pequeño cuarto de baño con el que contaba la recámara para ducharse rápidamente.

Ángel Mío: Nada Es EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora