Estrellas- Parte II

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Martín y Anyara

- Hacia abajo. No, no, un poco más a la derecha, Marto- le indicaba ella para que dirigiera la garra correctamente hacia el peluche que habían elegido.

El baterista estaba concentrado, mirando con suma atención los movimientos que hacía la garra. Habían escojido el muñeco de un perrito. Además de ser tierno, era el más fácil de ganar.

- ¿Ya?

- Creo que ya. A ver, presiona el botón rojo para que lo tome.

- Mejor ambos, para la suerte.

La chica formó una pequeña sonrisa llena de emoción por el contacto. Se acercó a Martín y colocó su mano sobre la de él para presionar el botón. Se miraron para acordar el momento justo y... pusieron fuerza. La garra bajó y, de milagro, agarró bien el peluche. Se sorprendieron porque normalmente esas cosas no tenían la fuerza suficiente ni para levantar una pluma.

Ambos gritaron emocionados. El mismo juego fue el que movió la garra hacia donde se soltaba el peluche y así ellos pudieran tomarlo. Sin embargo, al momento de abrirse, el peluche no cayó. Un hilo de la nariz del perrito se había atorado con la garra, haciendo que quedara colgando de ella.

Y, bueno, una persona coherente llamaría a un empleado del lugar y le pediría que por favor les ayudara a sacar su premio.

Y luego estaba Martín.

- Deberíamos llamar a alguien, Marto- sugirió Anyi, viendo cómo el chico se aproximaba a la máquina para moverla un poco y así obtener el peluche.

- Nah, no creo que sea muy necesario. Sólo se atoró un poco, soleil. No hace falta.

Y justo cuando el baterista rodeaba con sus brazos (como podía) la máquina, y se disponía a sacudirla, llegó...

- ¡Martín! ¿Qué rayos hace?

La voz de Villa se hizo presente. Ambos voltearon, y vieron que no venía solo. A su derecha, con un brazo por sus hombros, venía Dian. A su izquierda, Michelle y Simón.

- Ahhh, nada.

- ¿Por qué abrazas la máquina?- preguntó Simón.

- No la estaba abrazando.

- Yo veo que sí- aseguró L.

- No.

- ¿Entonces qué haces?- cuestionó Dian, divertida con la imagen de su amigo abrazando a ese objeto.

- Se atoró el peluche que ganamos y Marto cree que no es necesario pedir ayuda.

Otra cosa con lógica, o al menos correcta, es que alguien más le explicara a Martín que la mejor opción era ir a buscar a algún empleado. Pero recordemos que estaba con una persona que casi rompe la puerta de un baño de un parque de diversiones para sacar a Dian.

Un par de segundos después, Villa ayudaba a Martín mientras que L les decía cómo mover la máquina para que cayera; Simón grababa, Anyara de divertía y Dian se ponía nerviosa de que alguien viniera y los echara.

- ¡Listo, señores! ¿Cómo de que no?-se alegraba Martín luego de tomar con sus manos el peluche.

- ¿Qué diría Isaza de esto?- habló Simón.

- Estaría orgulloso- medio bromeó y medio hablaba en serio el baterista.

- Uy sí, super orgulloso de que casi rompieran esta cosa- ironizó Dian-. Aunque sí lo creo muy capaz.

- Pero no rompimos nada- contestó Villa.

Entonces, un sonido que procedía de la máquina y que no aparentaba ser normal, llegó a sus oídos.

Ángel Mío: Nada Es EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora