Capítulo 41: Mi pesadilla

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Voy a entregarte el corazón para que nunca lo devuelvas. Desecharé cada obsesión y cada vicio sin razón que no me ayude a que me quieras.

Y en cada beso que des mi boca va a padecer de amnesia hasta que tal vez le borres todo el pasado. Pero no va a importar, porque si estás a mi lado, yo sé que mi futuro quedará en muy buenas manos.

Pero no te he encontrado, y mis amigos saben cuánto te he buscado. Lo que me asusta no es que tardes demasiado, mi pesadilla es que pasaste y no te vi, que no te vi.

Pero no te he encontrado, y lo peor no es estar solo entre la gente, ni que tu ausencia a veces venga y me atormente, mi pesadilla es que pasaste y no te vi, mi pesadilla es que pasaste y no te vi.

Sentado en la cama, el chico del sombrero leía aquella canción forjada en noches de dudas e insomnio, en tardes en las que se quedaba solo, cuando sus pesadillas le tomaban la mano y sus dedos se entrelazaban, aferrándose a él y brindándole la sólida idea de que por siempre sería así: sería el espectador de las historias de amor de sus amigos, pero jamás protagonista de una propia.

Entonces conoció a Emilia.

No sabía cómo definir lo que sentía, pero eso era lo que le decía que era bueno; y le tenía miedo, porque ya sabía a qué se enfrentaba.

🔮🔮🔮

Frente a la mesa de la cocina se hallaba, con los rayos mañaneros cayendo sobre la plana superficie, atravesando la ventana. Su celular reposaba sobre ésta, con la pantalla apagada, esperando ser usado.

Pero él dudaba en hacerlo.

-Vamos, Isaza, han pasado dos días-lo animó Martín, el chico estaba sentado frente a él, del otro lado de la mesa.

-No sé si deba hacerlo...

-Pero quieres, ¿no es así?

-Sí quiero enviarle un mensaje pero... ¡Aaaahhhggg!-pegó su frente contra la superficie de madera-¿Qué tal si no me responde?

-¿Por qué no lo haría?

-Tal vez no me recuerde.

-Ya ni yo sería capaz, así que lo dudo-al no ver el ánimo restaurado en su amigo, el baterista palmeó su brazo-. Tranquilo, perro, no será el fin del mundo.

-Pero sí el de mi estabilidad emocional-su voz se apagó al ser proyectada contra la mesa.

Una de las razones por las que habría reconsiderado mandar un mensaje a Emilia era el hecho de poseer una cuenta en Instagram... verificada, de una figura pública. No había revelado ser parte de Morat, mencionó estar en una banda pero nunca que era una de las más escuchadas del habla hispana. Era complicado a veces. Por fortuna, una vez hizo una broma a Villa-una de muchas- y para realizarla se creó una cuenta extra, desconocida, con la que ahora trataría de comunicarse con la ojiazul.

-Qué patético-oyó la voz de Villamil.

-Qué fastidioso-contestó-. ¿No tienes cosas que hacer? O te la pasarás todo el día observándome y molestando-finalmente elevó su rostro para encarar a su amigo de ojos verdes.

-Estoy muy bien aquí, de hecho. Gracias por preocuparte-sonrió altanero.

Isaza rodó los ojos y se volvió a agachar para pegar su frente entre sus antebrazos.

-Oiga, Isaza, todo estará bien-soltó Villa después de bufar. Se acercó a su mejor amigo y se sentó a su lado-. Y si no te sientes seguro, no es a fuerza. Hazlo cuando estés más calmado. ¿Okey? Igual no comprendo por qué tanto escandalo con esto, pero por eso mismo no digo nada al respecto.

Ángel Mío: Nada Es EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora