Capítulo 47: Bien

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—¿Anyi?— le oyó decir.

La chica suprimió una sonrisa.

—No por ahora— habló ella.

Un corto silencio.

—Ojos hermosos— Dian advirtió la sonrisa en su rostro aún sin poder verlo, el aumento de energía en su voz.

—Angelito— respondió, trataba de sonar tranquila, escuchar su voz la calmaba, pero los nervios de antes no se desharían en un santiamén—. ¿Estás ocupado?

—No, estamos libres ahora. Justo iba a llamarte... pero ¿por qué desde el celular de Anyara?

—Es una historia divertida— sonrió sin diversión—, y justo de lo que te iba a contar.

—¿Qué pasa?— la preocupación tiñó las palabras del ojiverde.

Dian suspiró.

—No sé si te has enterado de unos... chismes que hace un par de semanas salieron.

Esta vez, la voz del chico sonó un poco sombría.

—Oh, sí, justo hoy. Es algo raro.

Dian asintió.

—Anyara dice que es extraño que estén durando demasiado.

—¿Tú desde cuándo lo supiste?

La azabache apretó los labios y cerró los ojos.

—Desde que comenzaron.

Villa esbozó una media sonrisa del otro lado de la línea.

—Y no me dijiste.

Ella suspiró nuevamente.

—No creía que fuera para tanto, era algo que se pasaría rápido— no elevaba los párpados—. No pensé que valiera la pena ser mencionado.

Pasaron dos segundos.

—Entiendo.

—Villa...

—No, de verdad, yo supongo que tampoco lo habría mencionado. Es un mal ambiente y estar ahí no es sano. Pero... ¿eso qué tiene que ver con tu teléfono? ¿Le pasó algo?

—Pues puede que justo cuando iba a llamarte, amm, me llegaron unos mensajes de desconocidos y, de alguna forma, es porque se ha ¿filtrado mi número? Y, ahh, esas personas que me hablaron también puede que me odien porque se han creido los chismes, entonces sus mensajes no son precisamente amables.

Villa sólo fue capaz de articular un:

—¿Qué?— Dian se imaginaba su indignado ceño fruncido.

—Y ni Michelle ni Anyara me han dejado tomar el celular.

—Yo haría lo mismo. ¿Has leído los mensajes?

La chica calló.

—Sólo el primero porque lógicamente no iba a saber de qué trataba...

—No hagas caso a lo malo, ¿okey? Sabes que lo que sea que digan esa clase de mensajes es falso.

—Lo sé. No veré nada, lo juro. Tampoco quiero meterme en ese ambiente.

Hubo otro silencio, esta vez, su duración fue mayor.

Hablaron durante un par de minutos más, pues Dian no quería aprovecharse del celular de su amiga aunque ella le hubiera dicho que no había problema. Igual, el único tema que mantuvieron fue el de su celular y de lo que planeaba hacer con él. En toda la llamada, Villa se mostró abrazado al escepticismo, como si todo eso fuera demasiado repetino y extraño para ser verdad, todo eso de los chismes y los mensajes. El par comenzó a sospechar que algo no andaba en su lugar, pero ¿qué podría ser? Todo parecía estar en orden y no había rastros de algo anormal, la causa de todo.

Ángel Mío: Nada Es EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora