Capítulo 13: Luna con canela

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La noche cayó, los chicos no habían acabado aún de grabar, cosa que no sorprendía a nadie.

Michelle había salido a comprar lo que necesitaba para hacer una manualidad que había visto en la tele, en uno de esos programas para niños. "Es urgente" dijo la chica, y regresó con un montón de palillos, pintura y dos pequeños botes de plastilina. Se sentó en frente del televisor y empezó a hacer lo que sea que había visto en aquel programa para niños mientras veía la película de Disney de las siete.

— Mich, ¿qué haces?— le preguntó Anyara, mirando curiosa a su amiga que pintaba los palillos con la pintura negra.

— Quiero hacer una torre...— dijo L, un par de segundos después, mientras miraba atenta cada uno de sus propios movimientos al pintar aquellos palillos—. Y me perdí el inicio de esta película, así que... ¿por qué no ambas cosas?

Anyara esbozó una sonrisa.

— En otra situación te preguntaría si necesitas ayuda, peeeeero estoy cansada, así que sólo te acompañaré a ver lo que sea que estés viendo— contestó, sentándose a su lado.

— Me agrada la idea.

— ¿Cansada de qué?— se escuchó a Dian preguntar, que estaba entrando al departamento y reía por lo dicho por Anyi.

— De ti— respondió L, en lugar de la persona a la que Dian hablaba, y se echó a reír por lo que ella misma dijo. Ambas la acompañaron.

— Y raro que de ti no sea.

— Yaaa, no me dejan escuchar— dijo Anyara, lanzando un cojín a su amiga que recién llegaba.

— Y a mí concentrar— fue L, quien volvió a centrarse en sus palitos.

Entonces, la puerta de nuevo se abrió, las tres voltearon a ver al mismo tiempo y el banjista les dio una cansada sonrisa.

— Me logré escapar— anunció, cerrando la puerta luego de entrar y soltando un suspiro. Sus ojos se fijaron en las chicas y luego apuntaron efímeramente a Dian.

— Adivino, de Isa— dijo Anyara.

— Sí, está de intenso de nuevo. Los Vargas no tuvieron mi suerte— Dian notó que la noticia de que Simón y Marto tardarían en estar libres desanimó a sus amigas.

La sonrisa cansada de Villa fue desapareciendo conforme sus ojos se deviaban a lo que Michelle realizaba. La confusión definió su rostro.

— ¿Qué rayos haces, L?

— Una torre— respondió ella, sin mirarlo, ensimismada en la pintura que manchaba sus dedos.

— Yo lo veo como un proyecto de primaria.

Michelle estuvo a punto de responder pero decidió quedarse callada porque era cierto.

— Shsh— susurró Dian a Villa, conteniendo la risa por lo que dijo y por la cara que L había puesto—. Mejor no le digas sus verdades.

—¡Oye!

—Les voy a robar a Dian por un rato —repentinamente, la azabache sintió la calidez de la palma de Villa sobre su mano.

—Está bien, pero la quiero aquí antes de las diez— dijo Anyi.

—Diez y media— decía el ojiverde mientras caminaba a la puerta con Dian.

— No más tarde.

—Como diga, "suegra".

— Adiós, "mamá"— se despidió la chica, teniendo como última vista del departamento a Anyi viendo la tele y con L a su lado haciendo su torre antes de que ella y Villa desaparecieran tras la puerta y estuvieran fuera—. Y, ¿para qué me robaste?

Ángel Mío: Nada Es EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora