XXXI

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REFUGIO DEL CORAZÓN

Sabes bien los secretos que me avergüenzan,

aquellos que jamás revelaría a otra alma.

Quizás puedan oírme,

pero sus oídos no serían capaces de sentir mi verdad.


Mis secretos se desbordan al hablar,

se dispersan como las semillas de diente de león en el viento,

y los desconocidos se convierten en los dueños de mi desgracia,

en los jueces despiadados de mi tormento.


¿Dónde hallar confianza cuando la batalla desgasta el alma?

Solo en ti encuentro reposo, a ti entrego mi fragilidad.


Así, continuamente deposito mis cargas en tu presencia.

Allí la derrota se confunde con la victoria,

la pérdida se torna en ganancia,

el quebranto en restauración.


Conoces mis pasos y mis pausas,

mi fortaleza y mi debilidad,

mi sueño y mi vigilia.

Sabes quién soy en toda mi vastedad.


Entre las sombras, ves lo que nadie más puede ver,

lo que me niego a mostrar,

lo que en verdad no me esfuerzo por ser.


Con mis heridas y defectos,

con mis caídas y batallas,

con aquello que me pesa y aflige,

me presento ante ti.


Decides verme como nadie más lo haría,

decides acompañarme como nadie más me ofrecería compañía,

decides amarme tal como soy.


No miras la oscuridad, sino la luz oculta,

la llama que aún arde, el deseo de trascender,

el esfuerzo por evitar la corrupción.

Decides no contemplar mis errores,

sino la sinceridad con que mi corazón te busca.


Luz de ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora