Agradecimientos (18)

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Amelie Wesley

El día de la premiacion había llegado junto con el regreso de Thomas y los preparativos para mi disculpa estaban listos. Había comparado muchisimos fuegos artificiales que encenderia en la azotea una vez Thomas llegara a ella, pero no todo salió como esperaba que saliera.

Si quería tener tiempo para hacerlo tendría que correr y encenderlo antes de la premiacion, así que eso hize. Cuando llegue a las escaleras pude notar la espalda de Thomas subiendo por ellas, aunque estaba muy lejos para notarme o escucharme. Cuando intente subirlas Sara apareció bloqueando el paso.

— El director tenía razón — dice desde el tercer escalón de la escalera

— De qué hablas? — digo intentando pasar

— De qué intentarías verlo, antes de la ceremonia de premiacion

Mierda.

Al aparecer el calvo de mi director había descubierto mis intenciones y había enviado a su perro guardián a detenerme. La rabia me corría por las venas como si fuera sangre, en ese momento solo podía verme como una marioneta de la universidad de los alpes, que tanto el director como todos en ella, podían manipular sin problema. No sólo controlaban mis calificaciones y mi círculo social sino que también los lugares que visitaba. No era libre de andar, hablar, estudiar como quisiera y con quien quisiera. Controlaban cada uno de mis pasos y eso estaba colmando mi paciencia.

— Muévete Sara — digo con severidad

— ¿Crees que dejaré que vayas hablar con el drogadicto mientras te pierdes la ceremonia de un premio que ganaste sobre mi y sobre muchas otras personas que se esforzaron por tenerlo?

Ella tenía un buen punto. Aprender, estudiar, memorizar, reaccionar, todas esas cosas se habían vuelto tan fáciles como respirar. No desde el principio, pero con el tiempo lo que me tomaba una hora, me tomaba media, hasta tal punto que el premio sólo se había vuelto un capricho. Muchos otros se habrán esforzado más que yo y no lo ganaron. No era justo para ellos que yo no asistiera, pero tampoco quería dejar la disculpa para un después demasiado lejano.

— Esta bien, iré.

Al final me decidí por lo moralmente correcto

Y luego me arrepentiria

La disculpa tuvo que posponerse y eso me dolió un poco. Seguí a Sara hacia el auditorio, una vez adentro un montón de personas cayeron sobre mi para asegurarse de que me viera perfecta recibiendo el premio. De vez en cuando volteaba a mirar a Sara y su cara de tristesa viéndo como todo el mundo posaba su atención en mi, me produjo lastima y ganas de renunciar.

— Bueno, Bueno ¿Como esta, mi estudiante estrella? — dice el director entrando a la habitación con una carpeta llena de papeles en la mano

—...

— ¿No quieres hablar? Bueno, tienes que cuidar tu voz para el discurso de agradecimiento ¿Ya sabes que diras?

Claro que lo sabía. Mi discurso estaba escrito en pequeñas tarjetas de papel, nada  del otro mundo, sólo palabras que todos dicen al recibir un premio. Nada original, nada mío.

— Si — respondo casi susurrando

— Eso está bien

El director deja los documentos en la mesa del frente y se va en busca de un café. Por un pequeño pedazo de papel que sobresalía pude ver las primeras letras de mi nombre y la curiosidad me invadió. En un momento todos me dejaron sola, incluso Sara. El director ya se encontraba en el escenario del auditorio con más de un millón de estudiantes, cámaras, periodistas y padres de familia, todas esas personas sentadas en el gran salón donde solo con un micrófono se podía escuchar la voz del director. Su discurso de bienvenida dio inicio y yo no pude evitar abrir la carpeta para mirar mi nombre en ella.

El Cielo De Van GoghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora