Promesas (32)

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Amelie Wesley

- Creo que esa es la última caja

Solo habían pasado dos días desde que había conocido a los reyes, y ya estaba ayudándolos a armar cajas para luego despedirlos. Todos parecían devastados, Thomás había pasado los últimos dos días sin pegar el ojo en toda la noche y después de la primera caja de cigarrillos perdí la cuenta de cuando afumo, la única que parecía mantener su estado de ánimo era la señora Reyes que en medio de la situación mostraba la alegría natural de su personalidad.

- Voy a extrañarlos - dijo Thomas con la voz quebrada

- Y nosotros a ti

Liz, el señor y la señora Reyes, se acercan a él para darle un abrazo, el único que se queda por fuera es Alex. El hermano mayor de Liz que curiosamente era el mismo tipk que me había apuntado con un arma, aun guardo cierta distancia con el.

El abrazo termina y alex mira a Thomás con la cabeza cabizbajo

- No creas que te voy a extrañar, cenicero- Dice Alex con severidad

- No yo a ti, descerebrado- responde thomas con una sonrisa forzada.

- Me alegra no tener que lidiar contigo de nuevo

- Sabes que te aburriras sin mi

- Tal vez - susurro alex

Thomas finjio no escuchar, para no lastimas su orgullo. Todos sonrieron ecepto yo, supongo que detrás de esas palabras, de verdad se estaban diciendo que se extrañarían.

La puerta se cerró, las siluetas de las maletas dejaron de verse a lo lejos y poco a poco el color que irradiaba los reyes se desvaneció entre el gris que inundaba la despedida. Abrace a Thomás por el costado, su cuerpo estaba frío y en su rostro una expresión de angustia, rabia y tristeza me partió el corazón.

- Algún día volverán - Dije tratando de animarlo

- Como estas tan segura?

- No puedo estarlo, solo puedo confiar en que será así.

- Estoy harto de confiar

- Yo igual, pero a veces la confianza es una mentira piadosa necesaria para vivir.

Giro su cuerpo hacia a mí, y con el ceño fruncido se desplomó en un abrazo.

- Yo los quería cerca -bdijo con la voz quebrada al borde del llanto - Los quería aquí, quería visitarlos los domingos, quería comprar ramen en su tienda, quería llegar a ellos en la bicicleta roja, quería comer en la cocina de la señora Reyes... Yo no quería despedirme de ellos, de ellos no.

- Lo lamento Thomas - lo abrace son fuerza sin saber que decir para ch onsolaelo.

- ¿Por qué a mí? Por qué siempre yo?

- Ya verás que vendrán días mejores

Mentirosa

- Ya no quiero esperarlos. - dice elanvando su tono con impaciencia

¿Que podía decirle?

No, no había nada que yo pudiera decirle que lo hiciera sentir lejos.

Separe su rostro de mi hombro, vi sus ojos rojos y por primera vez, no era el color de las drogas, sino del dolor. Lleve mis manos a sus mejíllas trabtanod de limpiar sus lágrimas y moví mi cabeza buscando su mirada.

- Estarás bien, ¿vale? Estaremos bien, tienes razón, no podrás visitarlos los domingos, no comparará as ramen su casa y la cocina de la señora Reyes ta no estará abierta, pero encontraremos algo on lo que compensarlo hasta que ellos regresen - giro su mirada hacia mí - Podemos visitar el pueblo que tenía atracciones los domingos, y en la tienda donde compramos las burbujas también venden ramen, no soy buena cocinando, pero... Puedes enseñarme - le sonrió - mi cocina estará abierta para ti, las puertas de mi casa también lo estarán y aunque odio subir a esa bicicleta podemos conducirla a toda velocidad por la ciudas, ignorando cada regla de tránsito... yo estaré aquí, y mientras lo esté, juro que vendrán días mejores.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2022 ⏰

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