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Lee Minho.

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Vivir con alguien que pertenecía a la industria del canto, entre otros, era difícil.

Ser pareja de Lee Minho incluía eso y más.

Siempre verlo cansado luego de los ensayos, dormirse ni más llegaba a casa. Preocurabas que comiera antes de, pero, a veces el cansancio de este era mayor.

El platillo de hoy tenía vegetales, cosa que a tu chico no le gustaba del todo, prefería los carbohidratos, claro.

Aún así, para el bienestar de él preparabas un poco de todo, dándole uno que otro gustito de ves en cuando.

Marcaban las 10:30 PM, horario en el que mayormente Minho llegaba a casa. Aún con la cocina prendida comenzaste a tararear la suave melodía que salía de la radio.

—¿Amor? —escuchaste.

—En la cocina, cariño. —alzaste la voz, para luego apagar la hornilla. 

Su rostro cansado apareció tras la entrada del cuarto. Se acercó con una sonrisa en los labios para luego colocarse tras tuyo y rodearte con sus brazos.

—Te extrañé tanto bebé. —susurró —Hoy fue tan agotador el ensayo.

Aún de espalda alzaste una de tus manos y las pasaste por su cabeza. Realizaste suaves mimos en su cabello y seguiste probando tu comida.

—Tu esfuerzo traerá frutos, amor.

Dejaste a un lado lo que hacías dando por finalizado tu platillo para voltear y encontrarte con esos bellos ojos que te miraban con amor.

—No te sobreesfuerces Minho, también piensa en ti. —besaste castamente sus labios.

Rodeaste su cuello para esconder tu rostro en su pecho, amabas tanto su olor y la calidez que este te brindaba.

—Los chicos me necesitan princesa, no puedo relajarme y dejarle a ellos el trabajo. —murmuró pasando sus dedos por tu cintura.

—Bien, vamos a comer y luego a que descanses. —bufaste.

En cierta parte el tenía razón, pero, no le costaba nada darse un descanso para recuperarse y luego seguir con mucha más fuerza. Te preocupaba mucho su bienestar, y parecía que el no entendía eso, o tal vez sí, pero no quería admitirlo.

Te separaste de su abrazo y bajaste dos platos para servir lo preparado. Dejaste sobre la mesa su comida y te sentaste a comer sin decir una palabra.

—No te enojes, bebé. —metió una cucharada de esta a su boca. —Esto es exquisito.

—No estoy enojada, y gracias. —seguiste con lo tuyo.

Pasados veinte minutos de haber comido en silencio te levantaste para llevar todo al fregadero.

La cara de Lee tenía más color y su sonrisa era más reluciente. Estaba satisfecho con tu trabajo y eso te alegraba.

“Tonto, sí tan solo pensará un poco en el sería bueno” lo miraste con el entrecejo fruncido.

Dejaste de admirarlo para seguir con tu labor.

Un par de manos tocaron tu vientre, sus dedos fríos recorrían por la piel expuesta que dejaba ver tu camisón.

—Déjame Min, anda a descansar. —hablaste.

—Estoy lo suficiente recargado con energía, ahora quiero mimar y cuidar a mi bella novia. —besó la piel de tu cuello.

Asian smut - Editando. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora