Capítulo 01

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Capítulo 01

Me desperté producto del frío que estaba sintiendo en mi cuerpo. Miré con los ojos entrecerrados hacia la ventana, y pude ver la oscuridad de la mañana entre las cortinas.

Hacía frío y todo, pero me tenía que levantar porque le había prometido a una amiga verla antes de las diez y media de la mañana.

Con ayuda de mis pies saqué las frazadas de mi cuerpo, sintiendo así el frío llegar rápidamente hasta mis huesos. Me estremecí por completo, pero me pude calentar un poco cuando me estiré de punta a punta. Me senté en la cama y me levanté para caminar hacia el baño.

Me miré al espejo por largo rato; estaba un poco despeinada pero nada más, no tenía el maquillaje corrido, porque en la noche me lo había sacado así que mi cara no se veía del todo mal.

Me giré hacia un mueble en que estaban las toallas, y saqué un par para luego colgarlas al lado de la ducha. Abrí el agua caliente y mientras esperaba a que se regulara me saqué el pijama y lo tiré al suelo junto con la ropa interior para luego echarlos al cesto de la ropa sucia.

Me metí a la ducha y dejé que el agua caliente me relajara para después poder lavarme el pelo y el cuerpo. En esto me demoré quince minutos, incluyendo el haberme secado por completo.

Salí del baño y me dirigí a mi armario: saqué unos pantalones de mezclilla entubados, con una polera algo ancha pero que se me veía muy bien, de color violeta que más se asemejaba a un color más oscuro, una chaqueta que combinaba con la polera, y mi ropa anterior.

Luego de ponerme cada prenda, me calcé unas botas de tiro medio y volví al baño.

Me maquillé como siempre lo hacía, y en tanto a mi pelo sólo me lo desenredé y dejé que las ondas -ya formadas- cayeran por mis hombros.

Volví a salir del baño, y me dirigí a la mesa de noche para tomar mi celular. Le di con cuidado a la pantalla y vi la hora; ya eran las nueve, cincuenta de la mañana.

Me guardé el celular en un bolsillo de la chaqueta, tomé un bolso y en este eché mi billetera, una libreta, una carpeta y un cuaderno; lo necesario para salir.

Antes de bajar a la cocina, recorrí el gran pasillo que creaba la distancia entre la habitación de Karla y la mía. Afuera de esta, sólo abrí la puerta… ni siquiera me tome la molestia de tocar la puerta, porque sabía que no me iba a responder o luego me diría que no era necesario que tocara.

Su cama estaba vacía, y el resto de su habitación también… por lo que deduje que estaba en el baño. Entré sin hacer ningún tipo de ruido, cerrando la puerta detrás de mí con sumo cuidado, y me senté en la cama a esperar a que mi hermana saliera del baño.

Pasaron cinco largos minutos en los que no hice nada más que revisar los mensajes que tenía en mi celular, hasta que sentí el ruido de la manilla del baño. Me saqué la mano de la cara y con esta misma me apoyé para mirar a mi hermana que venía saliendo del baño con una toalla blanca enrollada en su cuerpo y con otra del mismo color en su pelo. Se estaba duchando y ni siquiera me di cuenta…

-Sabía que ibas a estar sentada ahí –comentó Karla antes de que yo pudiera pronunciar palabras, o tan siquiera saludarla. Solo me reí…  –¿Cómo estás hermana? –se acercó un poco más, y tiró sobre la cama un rollo de ropa, seguramente la ropa sucia.

-Bien… ¿y tú?

-Bien también… con frío –rió y pasó por delante de mí para ir al armario –¿Vas a salir? –preguntó mientras buscaba que ponerse.

-Sí… recuerda que quedé de juntarme con Anne.

-¡Verdad, lo había olvidado!

-¿Y tú?

-Nada… no tengo nada hasta tarde.

-¿Y para qué te levantaste tan temprano?

-Ehm… porque no tenía sueño y no me quería quedar acostada.

-Uhm… podríamos ir a almorzar afuera, ¿Qué te parece? –le pregunté mirándola. Karlie se giró para mirarme con un pantalón en sus manos.

-Genial.

-Bien, entonces te voy a pasar a buscar entre la una, o la una y media.

-Perfecto…

-Bueno… me voy hermana. Yo le aviso a Laureen que no vamos a comer acá.

-Ok… avísame cuando vengas para acá.

-Bueno –me acerqué a ella y me despedí con un beso en la mejilla –Cuídate, y cualquier cosa llámame –luego de su respuesta que solo fue un monosílabo salí de su habitación y bajé la escalera para llegar a la cocina. Ahí estaba Laureen lavando unas cacerolas. La saludé como cada mañana y le informé que Karla y yo no almorzaríamos en la casa, y que al menos yo tampoco iba a desayunar ahí.

Recorrí la gran casa, para llegar a la entrada y de una mesa que estaba al lado de la escalera derecha que nos llevaba al segundo piso, tomé mis dos llaves: de la casa y de mi auto.

Caminé hasta el garaje rodeando la casa, y desactivé los seguros con el botón de mi llavero. Me subí al auto y salí por la entrada del costado.

Con Anne habíamos quedado de acuerdo de juntarnos en un restaurante en el centro de la ciudad, así que obviamente me fui directo hacia allá. Minutos después de haber recorrido varias calles bajo pequeñas gotas de lluvia que habían comenzado a caer, aparqué el auto en un estacionamiento cerrado muy cerca del restaurante en el que nos encontraríamos.

Caminé alrededor de dos cuadras con mi cortaviento puesto, para evitar estropear mi pelo, y también mi ropa… hasta que me encontré cubierta por el cálido ambiente de ese restaurante. Busqué con la mirada a Anne, y ahí vi a amiga pelirroja sentada en una mesa cercana a un ventanal que daba a la avenida principal.

Caminé hasta allá, y la saludé cuando me encontré junto a ella. Me senté en la silla que estaba enfrente de Anne y minutos después hicimos nuestro pedido.

Ninguna habíamos comido, así que pedimos algo que fuera común para no quedar con hambre.

-¿Cómo has estado? –preguntó Anne, cuando se fue el garzón.

-Bien… ya sabes, normal –sonreí –¿Y tú?

-También –rió –, pero te traigo buenas noticias…

-¿Enserio?

-Sí… y espero que te agraden tanto como a mí.

-Supongo… vamos, eres mi amiga, como no vas a saber lo que me hace feliz.

-Tienes razón –tomó su bolso que estaba en la silla que sobraba y se lo puso en las piernas. Segundos después comenzó a hurguetear en éste para sacar algo –¿Cómo está Karlie? –preguntó sumida en lo que hacía.

-Bien… como siempre, buscando adonde ir –reí.

-Esa loca… ehm… ¡Acá está! –habló más fuerte, y sacó de su bolso un documento de varias hojas de una carpeta, que pude notar que estaba dentro de su bolso cuando este se abrió un poco. Me tendió el papel y yo rápidamente lo tomé. Ni idea de que era, pero si me lo estaba pasando era por algo.

-¿Sobre qué es?

-Te lo mandó mi tío –chistó con la lengua –Más bien, yo lo obligué a que me lo pasara y le hablé de ti.

-Uhm…

-Es muy interesante… si yo fuera tú, lo aceptaría.

-¿Y por qué no lo aceptas tú? –le pegunté dejando rápidamente la hoja que había tomado, sobre las muchas otras que estaban después.

-No… yo no soy traductora, estudié periodismo amiga, te lo recuerdo –me reí al darme cuenta lo estúpido que fue lo que le dije.

-A ver –dije suspirando mientras acercaba de nuevo el papel un poco a mí, pero no alcancé a leer mucho, porque llegó el joven con nuestro pedido. Así que dejé que pusiera las cosas sobre la mesa, mientras que dejaba descansar el documento sobre mis piernas.

Thousand OceansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora