Capítulo 25

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Llevábamos como diez minutos esperando a que el doctor me llamara. Mi madre había pedido una hora con Patrick a las cuatro de la tarde, por lo que antes junto a mi hermana fuimos a comprar algunas cosas, luego almorzamos en un rico restaurante de comida cantonesa y por último nos fuimos a la consulta.

Odiaba el olor a las clínicas, era tan peculiar, tan penetrante y no era mucho más grato con paredes frías y blancas. No entendía cuál era el sentido de hacer clínicas tan frías, se supone que la gente va a ellas para mejorarse de alguna enfermedad, para sentirse mejor, no para sentirme más deprimido aún en medio de cuatro paredes blancas y sin vida en ellas. Podía imaginar que la zona de pediatría era más iluminada, con algo que de verdad hiciera sentir bien a los niños, pero no entendía que tuviera que ser tan estricto para los adultos. No por serlo, sentimos menos.

-Samantha Kümmer –me puse de pie ante el llamado de la secretaria de Patrick, y camine hasta entrar a la consulta. Karlie me esperaría, pero estaba segura que cuando saliera, ella ya no estaría ahí.

-¡Samantha!

-Patrick, ¿cómo estás? –nos saludamos con un beso en la mejilla y nos alejamos algunos pasos. Patrick era relativamente joven, más de cuarenta años no tenía, pero parecía como si los años no pasaran por su cuerpo.

-Bien, y veo que tú también –se sentó en su silla y yo enfrente de él, al otro lado del escritorio. -¿Cómo te has sentido? ¿Has sentido algo, alguna molestia extraña, cosas inusuales? –negué –Bien, vamos a hacer unos pequeños ejercicios, y revisaré.

-Ok –me puse de pie y juntos caminamos hasta donde estaba la camilla.

-Siéntate, y sácate todo lo de arriba –me dijo mientras él tomaba el estetoscopio. Le hice caso, y me despojé de la chaqueta y la blusa que llevaba. No me daba vergüenza, y es que Patrick ya me había visto con mucho menos ropa que esa. –Bien, aspira –puso el estetoscopio en mi pecho e hice lo que me indicó, luego expiré e hice los mismos pasos algunas veces más. Luego con una pequeña linterna, hizo que siguiera la luz de un lado a otro.

-Patrick, esto es absurdo –lo miré cuando se alejó un poco de mí.

-Claro que no es absurdo, Sam. Lo que te pasó fue muy grave, y es necesario que te hagas estos chequeos anuales. Si lo que te da miedo es que encontremos algo mal, no te preocupes... es muy poco probable que tengas secuelas a estas alturas, pero es mejor prevenir que curar –suspiré y asentí –Bien, ponte de pie y mira hacia la pared.

-Me iré a vivir por algunos meses a Estados Unidos... ¿crees que deba buscar algún doctor? –me tomó los hombros y luego los soltó. Podía suponer que estaba mirando mi espalda.

-No lo creo... si dices que vas sólo por algunos meses, puedo seguir chequeándote yo –asentí –Echa los hombros lo más atrás que puedas –lo hice y me mantuve así por algunos segundos –Bien necesito revisar tu cadera –no tuvo que decir más para entender que también me tenía que sacar los pantalones, lo que hice lo más rápido que pude -¿Te ha dolido alguna zona al caminar, correr, hacer ejercicios, al dormir?

-A veces me duele esta parte cuando duermo, pero creo que es porque siempre duermo apoyada para ese lado... luego se me pasa y no me molesta más.

-Sí, la posición en la que duermes influye –mencionó un poco absorto en lo que hacía. Me volteó y me hizo levantar la pierna flexionada hacia mi pecho, luego hizo lo mismo con el otro lado. –Bien, recuéstate.

-¿Por cuánto tiempo más tendré que hacer esto? –lo interrogué ya acostada en la camilla.

-Sam, lo que te pasó fue muy grave, las operaciones por las que pasaste fueron muy importantes... es necesario que observemos constantemente como estás. Es muy posible que externamente no presentes nada, pero internamente las cosas son mucho más difíciles de descubrir.

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