Capítulo 40

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-Te quedó muy bien el bikini... -volteé la cabeza y asentí sin decirle nada –Bueno, lo que te pongas se te ve bien.

-¿Cómo supiste la talla? Es más, ¿cómo lo conseguiste acá, si con suerte hablas alemán? –le pregunté riendo. Elevó una ceja y bebió lo poco que le quedaba su copa.

-No te diré... no tendría el mismo sentido –tomó la botella y se sirvió más champagne, ofreciéndome de paso a mí.

-Si no te conociera, creería que fuiste a comprarlo, pero como sé que no lo harías, sé que se lo pediste antes a mi hermana.

-Ok, eres bruja –lo miré con los ojos abierto y me eché a reír.

-¿Enserio hiciste eso? –seguí riendo –Sólo lo dije por decir algo, no lo sabía en realidad.

-Bueno sí; yo sabía que vendríamos a este hotel, había visto fotos, así que como suponía que no traerías, le dije a Karlie que me ayudara, y ella muy buena compró uno para pasármelo.

-Por eso me quedó tan bien –lo miré riendo, aunque encontré que el detalle había sido muy tierno –Gracias –le dije por último y me puse seria, aunque no demasiado.

-Por ti haría cualquier cosa enana –le dediqué una sonrisa nerviosa y bajé mi mirada cohibida hacia mis manos -¿Quieres bañarte?

-¿Estará muy helada el agua? –pregunté mientras me ponía de pie.

-Es temperada –me tomó de la mano como a una reina, y caminamos juntos hasta la orilla de la piscina, en donde me agaché para tocar por mi propia cuenta el agua y tal como lo dijo Tom, el agua estaba tibia. Me reincorporé batiendo la mano para botar el agua y la posé en el abdomen de Tom antes de que se diera cuenta.

Lanzó un grito desesperado, y de un segundo a otro ya estábamos los dos bajo el agua aún abrazados por el forcejeo que habíamos provocado en la orilla.

Al salir a flote riendo nos calmamos algunos segundos después al darnos cuenta de lo cerca que estábamos. Nos fuimos callando de a poco hasta que sólo nuestras miradas se encargaron de hablar, de gritar miles de cosas.

Nos juntamos lentamente y nuestras bocas se unieron armoniosamente de una sola vez. Dejé de sentir el cuerpo y parecía como si estuviera flotando; mis vísceras se descontrolaron y el corazón me latía tan fuerte que podía escuchar su palpitar en mi oído como si estuviera amplificado.

Nos separamos sólo para poder coger aire y nos volvimos a besar, siendo ambos presa de un sentimiento extraño que comenzaba a esparcirse por el lugar.

Nos mantuvimos juntos el resto del tiempo que estuvimos en la piscina; nos movíamos con lentitud y silencio por todas las partes que podíamos y de vez en cuando nadábamos tranquilos como los peces, haciendo de cada segundo algo único e inolvidable.

Sentía tantas cosas en ese momento, que ni siquiera tenía palabras. Sentía que el gesto que Tom había tenido conmigo era tan significativo aunque no fuera más que conseguirse con mi hermana un bikini que me quedara bien y un par de copas de champagne; era como si me hubiera puesto el paraíso en la tierra. Así de bien me hacía sentir.

La voz de un hombre nos sacó de nuestra paz y antes de que pudiera caer en la cuenta de quién era o qué quería, Tom ya estaba a su lado recibiendo algo en sus manos, algo que no pude ver claramente. Estuvo menos de un minuto con aquel hombre y luego se fue, despidiéndose también de mí.

-¿Qué quería?

-Nada, sólo cosas de la habitación.

-¿Y por qué te llama a ti y no a mí?

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