❀Capítulo 3❀

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"Amigos miedosos, la gran moda."

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Mylen Sharon

21 de enero, 2019


Estaba confirmado.

Parecía una tormenta de nieve, la arboleda se movía con fuerza, casi parecía que los árboles se despegarían del suelo.

—¿cómo voy a regresar? —me dije pensando en una solución.

Las calles estaban hasta el tope de nieve, deteniendo autos, autobuses, motocicletas e incluso personas.

Caminaba hacia la cafetería de la universidad por algo que comer, no obstante me encontré a Adam rondando por uno de los pasillos, cuando su mirada se fijó en mi sabía que tenía muchas preguntas.

La mejor opción era huir, sin mirar atrás.

—¡Mylen, no huyas!

Obviamente corrí aún más rápido.

Mala suerte mía al no hacer nada de ejercicio hace mucho tiempo, me alcanzo enseguida.

—¿Qué sucede? —intente tranquilizar mi respiración agitada, actuando como si mi plan no existiera.

—¿Qué sucede contigo desde el sábado?, ¡porque diablos no te subiste al auto!, ¡encima te fuiste con quien sabe quién!

—no necesito darte explicaciones, simplemente salí a divertirme.

—¿Cómo que no debes?, me perteneces, incluso te dejo quedarte en mi casa cuando te quedas sola, tengo el derecho de saberlo todo de ti —dijo mientras se victimizaba, como si le debiera algo.

—no te hagas la víctima Adam, no soy nada tuyo y tampoco tienes derecho a nada que yo no quiera decirte —expuse sus comentarios.

—te he estado dando todo mi apoyo y así me pagas.

—es lo más falso que ha salido de tu boca hasta ahora.

Intente salir de la conversación, pero su mano tomo mi brazo con fuerza, devolviéndome a donde estaba anteriormente, estaba entre los casilleros y él.

—¿Acaso, Mylen, no ves sinceridad en mí? —ladeo su cabeza e hizo un puchero ligero con los labios.

—solo. Déjame tranquila, he estado un poco abrumada —excusé intentando que me diera algo de tiempo sin él, pero él no parecía muy convencido.

—no te lo creo, no tienes nada por lo que abrumarte —exclamo indignado.

—Para ti tener dinero y trabajo es lo único abrumador, estás siendo un ignorante conmigo.

Empujé su cuerpo y hui, algunas veces llegaba ser un poco claustrofóbica su presencia.

Deje a Adam con la palabra en la boca y no me arrepentía para nada.

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Ya era de noche cuando la institución anuncio que la tormenta había acabado y era seguro volver a casa.

Cuando abrí el cerrojo de la puerta dentro me esperaban unos gritos muy intensos, era imposible evitarlos, ya que las escaleras estaban entre la estancia y la cocina.

—¡TU MALDITA MOCOSA! —tomo mi pelo con fuerza arrestándome al pleito, ¿Qué diablos hacia dentro de la pelea?

—¡donde estabas a estas altas horas de la noche! —imagine que se había pasado todo el día encerrado en su oficina.

Una flor de otoño (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora