Luan...

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Aplausos y ovaciones, luces y escenarios, risas y asombro. Un lugar así, es el sueño de cualquier persona dedicada al entretenimiento.

Gritos y llantos, fuego y sangre, terror y desdicha. Era tan impactante, tan ilógico que un lugar que se dedicaba a repartir risas, se convirtiera en eso; todo por tan solo una niña.

Presente...

Mesa vacía y las sillas listas para que alguien se siente, ese en un principio pareciera un panorama extraño en una casa que habitaba a diez personas. Para Lincoln era un juego de la ruleta rusa.

- tranquilo Loud, solo debes de asegurarte de sentarte cerca de Luan, solo así no habrá grandes inconvenientes.- pensó.

Lincoln daba vuelta tras vuelta, tratando de elegir el asiento correcto. Las pulsaciones al límite y los pulmones a punto de reventar. No había pistas de dónde podría estar Luan y si tan solo preguntará donde se sentarían cada una, habría algo cercano a una guerra fría durante varias semanas.

Dependiendo enteramente de la suerte, tomo el asiento más cercano a la salida. No tuvo que esperar mucho para saber el resultado. Lola salió debajo de la mesa, más concretamente, de el lado izquierdo de Lincoln. Con la misma rapidez, se abalanzó a la mejilla del albino, llenandolo de besos.
Mientras que del lado derecho, salió Leni un tanto sonrojada pero más aún, irritada por lo que hacía Lola.

- ya basta Lola. - exigió Leni; a lo que Lola respondió con una sonrisa burlona.

- bien, no me importa...- soltó a Lincoln.- gracias por elegirnos príncipe.

- gracias Lincoln...- Leni tomo la mano del albino.

- no hay de que chicas.- contesto con la mejor sonrisa que pudo para evitar muecas de angustia.

De los demás lugares salieron el resto, todas decepcionadas y frustradas.

Lincoln ocultó su preocupación a través de una sonrisa. - esto es malo, esto es malo, esto es malo!, Tengo que compensar esto de alguna forma!.- pensó alterado.

- iré por el desayuno.- hablo Luan y cuál chef, en su tono de voz se mezclaban los ingredientes: una pizca de decepción, una rebanada de disgusto, una probadita de ansiedad, dos cucharadas de celos y todo eso aderezado con furia y rencor.

- espera Luan, te ayudaré.- se ofreció.- es mi oportunidad.- se dijo.

- no tienes que hacerlo, Luan puede sola.- interrumpió Lola indiferente.

- no digas eso princesa...- las miradas celosas aumentaron con una sola palabra y el albino sentía cada una de ellas.- soy el asistente de Luan, mi trabajo es ayudarla, descuiden, no tardaremos, no se levanten.

Lincoln y Luan fueron a la cocina, donde el albino se aseguró de que nadie viera lo que estaba a punto de hacer, ni siquiera las cámaras de Lisa.

- gracias por la ayuda Lincoln, por favor, lleva esto y regresa por...- Lincoln la interrumpió con un gran beso lleno de lujuria, algo que le había enseñado Leni hace mucho.
Luan respondió aún más salvaje, arriconando al albino contra el refrigerador.- no pudiste esperar?, Tenías que encender el boiler antes de tiempo!?.- Luan deslizaba sus manos debajo de la camisa de Lincoln, inundandolo con sus besos.

- no quería esperar, no quiero esperar tanto tiempo.- mintió.

- tendrás que hacerlo cariño, pero te aseguro que el agua estará muy caliente cuando te metas muy profundo...

Aquel teatro al parecer resulto efectivo, pues detrás de Luan, encima del marco de la puerta, se asomaba algo parecido a un muñeco.

Luego de un último beso tremendamente desesperado, Luan y Lincoln se separaron y llevaron el desayuno a la mesa. Todos desayunaron en silencio, excepto por Lola, quien insistía una y otra vez en darle de comer a Lincoln.

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