Lenore. (Roman Dirge)

El día en que Mr. Chippy caminó.

En la lúgubre mansión victoriana, Lenore se hallaba “descansando” (roncando) sentada en una mecedora, rodeada por las cabezas sin vida de animales del bosque y selva disecados. 

Los ojos del hámster Mr. Chippy vieron la luz nuevamente.

— ¡Ahhhhhhhhhh! —Lenore se despertó sobresaltada por el grito, mirando a todos lados, confundida— ¡Whoaaa! ¿Dónde demonios estoy?

Lenore se acercó al hámster sin la parte inferior de su cuerpo.

—Recuerdo que estaba tomando algunas nueces y de pronto... yo... yo... —Mr. Chippy miró hacia abajo, notando que le faltaban las patas inferiores— ¡Oh, demonios! ¡Dónde... están mis piernas! ¡No tengo trasero! ¡Oh, Dios, mi trasero! ¡Mi trasero! ¡Mi trasero! ¡Oh, no!

El hámster comenzó a sollozar, mientras Lenore estiró la mano hacia él.

— ¡Tú me hiciste esto!

Lenore arqueó una ceja, retirando la mano.

—No-o. Tú ya estabas ahí cuando yo me mudé. —explicó la niña.

—Oh, ya ni siquiera me importa. ¡No volveré a caminar!

—Mmm... ¡tengo una idea! —dijo la niña, con la mano en su barbilla, en pose pensativa.

Lenore se dio media vuelta, dejando sólo al hámster.

—Hey, hey, ¡oye! ¿A dónde vas? —preguntó Mr. Chippy.

— ¡Tengo que ir a traer algo! —gritó Lenore, caminando por el pasillo. La pequeña niña muerta entró a su habitación, encontrando las piernas perfectas para Mr. Chippy. Tomó a la muñeca Barbie y la partió a la mitad, sacándole las piernas.

—Oh, mi trasero... —seguía lamentándose el hámster, cuando Lenore llegó nuevamente a la habitación— hey... —se quejó, al ser jalado y quitado de la pared por Lenore.

Unió la parte superior de Mr. Chippy con las piernas de la muñeca y lo puso en el suelo.

Mr. Chippy se tambaleó, mirando sus nuevas piernas.

—Oh, bueno, no tengo rodillas pero creo que... ¡camino muy rápido! —dijo, probando su caminar, que era bastante errático— ¡Je, je! ¡Gracias, muchísimas gracias! —exclamó Mr. Chippy, contento— Ahora puedo ir a jugar con mis amigos.

Lenore vio marcharse al hámster con piernas de muñeca, que aún se tambaleaba.

Un grupo de ardillas comía tranquilamente, hasta que llegó Mr. Chippy, tratando de caminar bien.

— ¡Hola, amigos! —sonrió, de forma maniática, mientras hacía un baile raro con sus piernas de muñeca.

Las ardillas lo miraban boquiabiertas, muy impactadas.

— ¡Hey... hey... oigan! ¡Esperen! ¡Soy yo! ¡Mr. Chippy! —oía Lenore que gritaba el hámster, y veía por la ventana a las ardillas huir frenéticamente.

—Bueno, creo que todas las cosas extrañas del día se han terminado. —dijo Lenore.

— ¡Mis piernas! —chilló la muñeca Barbie, cayéndose de la ventana.

— ¡Oigan! ¡No puedo correr tan rápido! ¡Vayan más lento!