Lenore. (Roman Dirge)

La pequeña conejita Foo-Foo.

En un bosque, una pequeña niña muerta brincaba feliz, con un disfraz de conejita rosado puesto y un martillo gigante en su mano derecha.

Ésta se detuvo al ver una rata. Se miraron por unos minutos, hasta que Lenore la agarró con la mano izquierda, y la aplastó con el martillo -de color amarillo y violeta- que llevaba en su otra mano.

A la rata se le salieron todas las tripas, y la pequeña conejita sonrió, hasta que un hada de color verde se apareció ante la niña, y ella le dijo:

—No te quiero volver a ver tomando a otro animal indefenso y matándolo de un golpe en la cabeza. No hagas esa mierda de nuevo.

— ¿No golpear ratones? —exclamó sorprendida.

— ¡No! —le regañó el hada.

Lenore bajó la mirada, miró a la rata aplastada en su mano y bajó la mirada de nuevo al suelo, tirando a la rata.

—Okay... Lo siento —se disculpó, mientras las tripas del cuerpo de la rata se movían hacia el martillo.

Horas después...

La pequeña conejita Foo-Foo saltaba feliz a través del bosque, deteniéndose al ver un animal y tomándolo con la mano. Un armadillo era esta vez.

La niña sonrió de forma macabra, sacando su martillo para golpear al armadillo, hasta que el hada volvió a parecer.

— ¡No!

Lenore miró al armadillo y bajó su martillo.

—No es un ratón —se defendió.

—Lenore, no puedes aplastar a ningún animal —le dijo el hada, con mirada severa.

— ¿No a ningún animal? —preguntó, sorprendida, con fingida inocencia.

—No animales —replicó el hada con voz severa, pero la niña sólo sonrió de forma macabra, mirándola.

Pronto, el hada se vio siendo golpeada por el martillo de la conejita Foo-Foo, dándole muerte. Lenore vio la muerta y aplastada hada, observando al cielo y luego a aquel ser inocente, ocultando su martillo, sin saber qué hacer con él.

Fregó el cuerpo del hada contra un árbol, mientras un líquido verdoso quedaba pegado en éste, y luego el hada.

La moraleja de la historia es que... hay que ser más específico.