Ragamuffin.

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Lenore subió las escaleras, dirigiéndose a su habitación en busca de su amado, tierno y leal oso de peluche.

—Amo al Señor osito... El señor osito es muuuy especial —dijo la pequeña abrazando al oso. 

Al notar que el “Señor osito” se estaba haciendo pipí, notó la etiqueta que decía “Mr. Piddle”, y lanzó con furia al estúpido oso.

Rebuscó en su baúl de juguetes otra cosa con qué jugar, hasta hallar a un muñeco que parecía ser un gatito de rayas blancas y negras; con tres gusanitos saliéndole de su cabeza, al  lado de su parche, curando una “herida”.

Lenore abrazó al “gatito”, y lo elevó. 

—Amo al Señor raro... cosa, tipo de aquí... —dijo pensativa Lenore— No es como ese viejo, tonto, asqueroso y estúpido oso —exclamó muy 'amablemente', haciendo que al oso se le cayera una lágrima de dolor y rechazo.

—¡Oye! ¡Está roto tu brazo...! ¡Lo arreglaré! —exclamó, mirando el brazo de su nuevo muñeco, y bajó las escaleras para su “misión de salvamento”.

Sacó su botiquín que decía: “Lil' Miss Fix-it” y agarró su aguja para coser al “Señor cosa rara”.

En el intento, se pinchó el dedo, haciendo que le salga una gota de sangre, que paró en la frente de “Señor cosa rara”.

El muñeco empezó a moverse, dejando sorprendida a la niña.

— ¡Oh, sí! ¡Finalmente soy libre! ¡Tú! ¡Tú eres mi heroína! —señaló el muñeco a Lenore.

—Mmm... ¿y qué se supone que eres? —preguntó ella. 

—Yo soy Ragamuffin... ¡EL ETERNO VAMPIRO! —exclamó— Hace mucho tiempo, yo me ocupaba de mis negocios cuando, sin saber, ataqué a Felicia, la hermana de una poderosa bruja; la cual pensé que quería matarme, cuando me lanzó una clase de “rayo”.

»Le dije que era inmortal, que ella era una ingenua... pero dijo que no intentaba matarme, haciendo que me diera cuenta de que me había hechizado... sentenciándome eternamente a la vida de un muñeco.

—Y esa es mi historia —finalizó con voz triste, mientras Lenore despertó de su siesta de aburrimiento—. Durante cien años estuve atrapado en un muñeco sin movimiento, ¿puedes sentir mi dolor? ¡¿EL DOLOR?!

—Eres un gatito —dijo la pequeña niña muerta, señalándolo.

—Tú viniste y me llevaste contigo... Te veías bastante diferente, entonces... Creo que estabas viva, o algo así... ¡Como sea! Es... para romper el hechizo de la bruja... Y esa fue tu sangre, y te estoy muy agradecido, pero ahora estoy de vuelta y yo debo... ¡COMER! —gritó lo último, saltando sobre el cuello de ella para morderla. 

—¡AAAAH! —gritó Lenore— Ahh... ah, ¿ah?

—Sigo como un muñeco, ¿verdad? —preguntó Ragamuffin— ¡Algo está mal! Tu sangre debía devolverme a mi antiguo estado físico... A no ser que algo ande mal con tu sangre...

—Fui embalsamada —exclamó alegre, haciendo que Ragamuffin se golpeara con la mano la cabeza.

—Ahora estoy atrapado en esta forma para toda la eternidad, ¡¿qué debo hacer?! ¡Yo! ¡Uno de los más salvajes asesinos que el mundo jamás ha conocido...!

~***~

—Mas té, ¿Señor Ragamuffin malo? —preguntó Lenore, ofreciéndole té en su mesa de juegos, junto a un conejo de felpa. 

—... Sí.


Lenore. (Roman Dirge)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora