El muffin mágico.

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El olor de los panquecitos estaba en el aire, y atraían como un imán a Lenore.

- ¡Mmm! ¡Panquecitos! ¡Me encantan los panquecitos! -dijo la niña, y tomó uno de los ricos panquecitos.

- ¡Hey, hey, heeey! ¡Whoa! Alto, pequeña tigre. ¡No hagas eso! -se escuchó desde el panquecito, y Lenore lo dejó sobre la mesa.

- ¡Un panquetito que habla! -exclamó, sin dejar al panquecito parlante.

- ¡No, no! Eso sería estúpido -dijo y salió del panquecito un elfo-. ¡Soy el elfo del muffin mágico! -exclamó alegre, con una enorme sonrisa.

Nadie dijo otra palabra, sólo intercambiaban miradas; la de Lenore seria y la del elfo, que seguía con la misma sonrisa gigante, pero la sonrisa se borró al no recibir una respuesta de la pequeña niña muerta.

- ¡Sí, señor! -continuó explicando, sentado- Una vez cada cien años, un elfo puede venir a la Tierra para experimentar todas las diversiones y el amor de este mundo... ¡Y este es mi día! -se explicó el pequeño elfo- Mis hijos estarán ansiosos de escuchar todos mis maravillosos cuentos, ¡no sé qué hacer primero...! -dijo pensativo, con emoción por todas la aventuras que tendría por delante- Creo que... -su habla paró a causa de Lenore aplastándolo como a una hormiga con el dedo, al elfo le salían chorros de sangre de su pequeño cuerpo, qué tragedia aquella, pues...

-Mmm, panquecitos -dijo felizmente la niña, comiendo su panquecito.

Cien años más tarde...

- ¡Por fin, hoy es mi día! -gritó feliz un elfo, saliendo de un panquecito; pero Lenore, ya preparada, le cerró la puerta del horno, cocinando vivo al elfo.

Lenore. (Roman Dirge)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora