Capítulo 28.

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—Este lugar es más impresionante de lo que me esperaba— comentó Sam, mientras observaba el edificio frente a nosotros, alto e imponente.

La lluvia ya había cesado, permitiéndonos salir del vehículo para ir y cerrar de una vez por todas mi capítulo con los Uchiha.

—Me estoy cuestionando seriamente si no estoy actuando como una niña pequeña, al hacer todo esto— dije, observando mis pies.

—No creo que sea de niños pequeños alejarse de donde te hicieron daño— respondió mi compañero, agarrando mi mano —, si lo hicieron una vez, puede que lo hagan en más ocasiones— añadió.

—Como también puede que no— me apresuré a contestar, apretando un poco su mano.

Sam sonrió con dulzura y se acercó más a mí. Su mano libre se colocó en mi mejilla, al tiempo que él deposita un beso en mi frente.

—Hay 7.8 billones de personas en el mundo, ¿no te parece que es un gran número? — cuestionó, observando fijamente mis ojos —, estoy seguro de que ahí hay al menos una, a parte de mi, que no te hará daño— dijo Sam, con aparente seguridad.

— ¿Y cómo sé que tu no me harás daño? — pregunté, ladeando levemente la cabeza.

—Es de mala educación responder una pregunta con otra— expresó Sam arrugando la nariz, gesto que se me hizo gracioso —. Si yo quisiera hacerte daño, ya lo hubiera hecho. Aunque no soy muy partidario de la violencia, confieso que las ganas no me faltan de darle más que un puñetazo a ciertas personas— confesó.

—Créeme, no eres el único— aseguré, comenzando ambos a caminar en dirección a la construcción frente a nosotros —. Pero yo quizá si he sido partidaria de la violencia; no creo que quieras conocerme utilizando un arma de fuego, ¡soy mortal! — exclamé.

Sam rió.

—Estoy seguro de que es así— comentó.

Cuando atravesamos la puerta que servía de entrada, danzaron en mi mente recuerdos de todas las cosas que había vivido en este lugar: el regalo de Naruto, los entrenamientos en el gimnasio con Sasuke, los comentarios pícaros con Shisui, y toda una novela con Itachi. Su peso en mi ser era como plomo, decir adiós muchas veces no es tan sencillo.

Conduje a Sam por los pasillos hasta que llegamos a mi habitación. Cuando abrí la puerta todo estaba tal cual como lo había dejado, como si nada hubiera pasado: un lugar congelado en el tiempo.

—Vaya tu habitación te representa. Helada como tú— bromeó Sam, codeándome.

—Jaja Sam, muy gracioso. Te he mostrado una buena cara todos estos días como para que estés diciendo eso— dije, devolviéndole el gesto.

—Bueno, ve y busca esas cosas que necesitas antes de marcharnos. Este lugar me da algo de miedo— confesó Sam, empujándome en dirección a mi cuarto.

Madness [Itachi Uchiha].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora