Capítulo 1.

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El único motivo por el cual decidí luchar, es por mi padre biológico

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El único motivo por el cual decidí luchar, es por mi padre biológico. Sí, él inició toda esta pesadilla, contrayendo esa deuda con el clan demoníaco, pero al mismo tiempo, ha estado luchando para deshacerse de ella. 

En la casa donde vivimos, él está destinado prácticamente a un cuarto de huéspedes, mientras que mi madre, y el hombre que decidió meter en la casa, y en su cama, ocupan la habitación principal. 

El hombre que nunca llamaré papá, ese estúpido fue quien aumentó la deuda a millones, hace tan solo dos años atrás. Con los huevos bien puestos, se presentó en la casa pavoneándose con las maletas llenas de papeletas, a mi madre casi se le cae la saliva de la boca, observando tales cantidades de dinero. 

Y luego fue que nos dijo, como el maldito que es, que pidió otro préstamo en nuestro nombre. 

─Ah, por cierto Kai, el préstamo está a tu nombre. . . Ya que casi pagabas el otro, me imaginé que no te molestaría el que tomara uno más grande─ el cansado rostro de mi padre palideció, hasta el punto de parecer un muerto ─sé que podrás pagarlo, unos millones más no te harán daño, además. . . Ya estás viejo, trabajar es lo que te queda─ yo enloquecí. 

Lo único que recuerdo, eran los gritos de mi madre, y sus uñas de acrílico clavándose en mi espalda, haciéndome sangrar. Pero no me importaba en lo más mínimo. La botella de vino, que hasta hace unos segundos estaba a la mitad, recién destapada por mi progenitora, para celebrar los millones que se le metieron en el bolsillo, estaba partida a la mitad. 

Algunos vidrios estaban clavados en mis manos, pero la mayoría, permanecían en el brazo de su esposo, el cual se cubría la cara con fuerza, ante mis uñas, mis puños y hasta mis dientes. 

─ ¡Salvaje! ¡Es una salvaje! ─ gritaba sin control, yo permanecía fuera de mí misma. 

Fue la mirada de mi padre, el terror en sus ojos exhaustos, sus ojeras, la piel pálida, que causaron un efecto en mí, como si un balde de agua fría se tratase. Mi madre aprovechó mi pequeño momento de vulnerabilidad, para tirar fuertemente de mi cabello, y arrastrarme sobre los cristales rotos, desperdigados en el suelo alfombrado. 

Un segundo después, su esposo estaba de pie, mirándome con ira. Yo le mostré los dientes, y mi madre me soltó tal puñetazo, que accidentalmente me mordí el labio inferior, y casi me lo parto. 

─Hay que mostrarte modales, niña estúpida─ gruñó, y antes de que pudiera causar más daño, la puerta de la entrada fue tocada por alguien. 

Salvada por la campana, pensé.

Intenté levantarme del suelo, y fui rápidamente auxiliada por mi padre, el cual me arrastró hasta su habitación, y cerró la puerta con pestillo. 

Extrajo con cuidado los cristales de mi cuerpo, me desinfectó y trató las heridas, para luego darme un gran abrazo, sentí sus lágrimas deslizarse por la piel de mi cuello, no dije ni una sola palabra, solo le abracé igual. 

Tenía 17 años, y me había lanzado como una bestia sin control contra aquel animal. . . Pero no me arrepentí, ni tampoco lo hago ahora. 

Al día siguiente, por la noche, escapé de casa. La mujer a la que debía de llamar madre, se había marchado a malgastar en hoteles, los millones que tan solo la noche anterior, habían adquirido. 

Mi padre no llegó en todo el día, por lo que me la pasé encerrada en aquella insufrible casa, tratando de aguantar el dolor de mis heridas. Cuando cayó la noche, me obligué a colocarme mi mejor ropa, y salí de mi encierro. 

El prostíbulo quedaba relativamente cerca. 

Me aceptaron casi sin pensarlo, en mis pésimas condiciones, gracias a la falta de personal. 

Esa noche estaba cumpliendo mis ansiados 18 años, fue también la noche, en la que le vendí mi virginidad a. . . Itachi Uchiha. 

No recuerdo casi nada de lo que sucedió, el hombre se encargó de emborracharme hasta que no podía decir ni una sola oración completa, y me utilizó como muñeca sexual unas dos rondas. Una por mí, por mi preciada virginidad, y la otra por su alto deseo sexual. 

El señor Uchiha, junto a su familia, era el dueño de toda la cadena de prostíbulos que se encontraban en esta ciudad, el clan no tenía escrúpulos, en cuanto a su vida sexual se trataba. 

Cuando desperté, al día siguiente, ni siquiera sentía dolor en mi zona intima, pero la cabeza me iba a explotar de un segundo a otro. El pelinegro ya no estaba, pero si había dejado una propina, que luego entre lágrimas me encargué de entregarle en persona a mi padre. 

─ ¿Qué has hecho? ─ me cuestionó, con un hilo de voz. Yo ni siquiera podía mirarlo a los ojos, pero hice mi mejor esfuerzo. 

Por él, por mi padre lucharía contra los indecentes que manejaban esta casa, por él vendería mi cuerpo, para saldar la deuda. 

A mi madre, por el otro lado, no le sorprendió cuando bajé una noche, con la frente en alto, maquillada y vestida para ir a trabajar. 

─Tenías cara de puta, tarde o temprano lo trabajarías más a fondo─ se burló de mí, al tiempo que contaba un fajo de billetes, su pasatiempo favorito. 

─Aprendí de la mejor─ respondí, antes de salir de la casa, a paso rápido. 

Noche tras noche me revolqué con distintos hombres, simulé orgasmos, y practiqué felaciones, todo para pagar la deuda que ahora ascendía a millones. Mi padre estaba ya demasiado cansado y explotado, como para seguir trabajando. Mi madre se deshizo de él, al primer momento que pudo, alegando que ya no servía para pagar la deuda, y que yo me encargaría de todo, a partir de ese momento. 

No me he podido salvar hasta el día de hoy. 

Mis ojos están secos, gracias a todas las lágrimas que he derramado, a solas en el callejón trasero del local en el que trabajaba, solo para que nadie fuera capaz de verme o escucharme. Pero yo no estaba dispuesta a rendirme, no lo haría hasta que mis cuentas se encuentren pagadas, y mi padre tenga su techo propio en el cual vivir tranquilo, lo que le quede de vida. 

Por mí, por la vida que merezco tener, por la vida que mi padre merece tener. 

Lucharé.

Lucharé

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Madness [Itachi Uchiha].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora