Capítulo 4.

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─Me parece que estabas teniendo una muy

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─Me parece que estabas teniendo una muy. . . Buena fiesta─ las gotas de sangre seguían esparcidas por mi cuerpo, y me causaban nauseas. Las personas se encontraban mirando con ojos bien abiertos, la escena que estaba tomando lugar. 

─Shisui. . . ─ mi madre estaba pálida, casi tanto como su esposo, y cada momento del terror que demostraba, me sabía a pura gloria. Era algo delicioso. 

─Itachi lamentablemente no ha podido venir a su. . . Cuchitril, pero tranquilos, les envía sus más cordiales saludos─ hizo un vago ademán, en dirección a la mano ensangrentada, perteneciente a la bestia de esta casa. 

Mi padre estaba temblando, a mis espaldas, pero de todas formas, me ayudó a colocarme en pie, tomando con fuerza mi mano. Podía verlo, podía sentirlo, estaba muerto de miedo, y sin embargo, se las arregló para dar la cara, obligándome a permanecer a sus espaldas, como su forma de protegerme, ante la amenaza que aparentaba representar ese azabache. 

El chico se dedicó a mirar los alrededores, y en cuanto entré en su campo de visión, uno de sus guardaespaldas le susurró algo, al parecer lo suficientemente cómico, para hacerle sonreír. 

Me guiñó un ojo. 

Mi padre se estremeció.

─Me parece que. . . Para deber seis meses de pago, se la están pasando bastante bien─ algo dentro de mi se ensombreció, mientras asimilaba las palabras de ese hombre. 

Debían seis meses de pago. . . Seis meses en los que estuve trabajando día y noche, para poder pagar incluso más de la cuota establecida, para poder sustentar los presupuestos semanales que me exigían. 

Seis malditos meses en donde vendí mi libertad más de la cuenta, en los cuales casi ni podía ver a mi padre, y solo me conformaba con llamarlo, para después colgar en un mar de lágrimas, gracias a la constante preocupación de mi progenitor, ante mi trabajo. 

Seis meses. . .

En los cuales aquellos dos seguro se habían divertido en moteles, comprando cosas extravagantes y costosas. Tomando vino en algún lujoso restaurante, planeando viajes a diferentes países, a playas. . . Todo ellos solos. 

─ ¿Qué hiciste con el dinero que te dí? ─ mi voz sonó oscura, consumida por la rabia. 

─Hija. . . ─ el rostro de mi madre estaba más pálido, que hace unos segundos. Pero no me importaba, ni siquiera cuando me había vuelto a llamar hija, después de tantos años. 

─ ¡Dime a dónde diablos fue a parar ese dinero, mujer! ─ mi madre retrocedió unos pasos, escudándose tras la espalda de su pareja. 

El hombre. . . Shisui, como antes le había llamado mi supuesta madre, estaba mirando con cierta curiosidad, aquel momento donde mi rabia estaba en su máximo esplendor. 

No me contendría, no frente a esta salvajada de su parte. No me importaba lo que pensaran las personas de mí, en ese momento. De todas formas, ya me habían exhibido como una zorra barata, ¿qué más importaría, agregarle sanguinaria? 

─No tiene que darte explicaciones─ mi madre sonrió de forma torcida, ante el comentario defensivo de su pareja. 

─No es contigo el problema, hijo de puta─ bramé enfurecida. ─Cierra el puto hocico, antes de que te desgarre la mano, de una vez por todas─ me bastó con darle una mirada de reojo, para ver como miraba su mano herida, con una mueca de dolor. 

Mis pasos ante mi madre fueron precisos, y gritó en cuanto le agarré del muy escotado vestido. 

─ ¡Suéltame! ─ gritó.

─Estoy harta de ti, de tu esposo, de tus juegos sucios. He aguantado años todo esto, mientras vendía mi cuerpo a cualquier extraño, para sacarnos del agujero de mierda, en el cual nos metió el animal de tu marido. Estoy tan cansada, de tener que revolcarme con distintos hombres para pagar la deuda que pertenece únicamente a ustedes dos, y eres tan desgraciada, querida madre, ¡qué te atreves a gastar el dinero, en otra cosa que no es la cuota! ─ para este punto, mi progenitora se estremecía y buscaba la forma de apartarme de ella. 

Clavó sus uñas en mi brazo, el acrílico me estaba haciendo daño, pero mi agarre a su escote seguía intacto. Más fuerte, incluso. 

─No eres alguien a la cual debo de darle explicaciones, correspondientes a mis gastos monetarios─ su voz salió casi en un susurro. Una presa temiendo de su depredador. 

Solté una pequeña risa irónica. 

─Permíteme recordarte, querida madre, que el dinero que se gasta en esta casa, proviene de mi─ alguien me estaba sujetando con fuerza el hombro, pero yo no me permitía hacerle caso. 

¿Cómo es que todo esto había terminado así? 

¿Qué hice yo en mi vida, que fuera tan malo como para merecer todas estas cosas que me están sucediendo ahora? 

─Suelta a tu madre, pedazo d- ─ otro disparo se escuchó, y la mano en mi hombro tembló con fuerza, ante el impacto recibido. 

Mis ojos se abrieron de par en par, y solté a mi madre de forma brusca. Ella retrocedió unos pasos, hasta chocar contra una pared y quedarse estática contra ella, como si fuera su nuevo soporte. 

Las manos me temblaron un poco, mientras sus ojos negros me recorrían al completo, la noche en la cual me entregué a él, volvió a mis recuerdos. 

─Me parece, señor cabecilla de familia, que usted no debería referirse así, a la chica que ha dado todo de sí misma, para poder pagar una deuda, que ni siquiera está a su nombre─ sus pasos resonaron en mis oídos, yo estaba en trance, mientras lo miraba. ─Menos ahora, que la pobre está molesta, al ver que ha perdido más de medio millón de papeletas. Gracias a ustedes─ su cabello estaba suelto, y el arma de color blanco en su mano, con las iniciales grabadas en rojo sangre, IU. 

Su mirada seguía puesta en mí, podía leer las palabras en sus ojos, te recuerdo pequeña, así como yo siempre recordaba la noche en la cual me entregué a él. 

A pocos pasos de distancia, frente a mí, se encontraba de pie Itachi Uchiha, observando la casa, observando a mi padre, a mi madre, al esposo de mi madre, pero sobre toda esas cosas. . . 

Itachi me miraba a mí.

Itachi me miraba a mí

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Madness [Itachi Uchiha].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora