Los cambios son parte de la vida

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El señor Uraraka miró a su esposa la cual se encontraba observando la pared como si esto fuera lo más interesante. Desde la partida de Ochako su humor no había mejorado, aunque fue una carta de parte se Asui la que le hizo ver que su niña se encontraba en compañía de un joven peliverde que justo por la descripción se notaba era el omega heredero.

---¿Crees que esté bien? Están en la mira de los monarcas y con lo que ha pasado no sé si sentirme tranquila.

---Amor... ella está bien, esta junto a tres príncipes, de seguro ya tienen un plan para...

---Para derrocar a los monarcas, ¿No ves cuan arriesgado es enfrentarse a ellos? Por Luna, los Reyes son crueles. No creo que sean amables con un chico que quiere ir en su contra. ¿Qué será de nuestra niña si...?

---Cariño, no pienses en eso. Ochako lo eligió, tal vez también sea cosa de destinados, no podemos juzgar el juicio de Luna.

---¿Has visto como están las calles? Desde que el omega anunció que peleará por el trono los guardias están abusando de su poder para encarcelar a quien desee apoyarlo. Si la encuentran... algo podía pasarle.

El alfa suspiró, los saqueos cada vez eran más frecuentes en esa parte de la capital, si seguían así el omega no tendría un reino por el que reclamar.

El reino rojo estaba volviéndose violento, una cueva de inhumanidad en la que no deseaba entrometerse. Tan alejado del reino de Fuego donde al menos los rebeldes habían tomado el control y declarado su lucha contra los monarcas de los reinos vecinos.

El reino de Fuego era una especie de lugar seguro, uno en donde podrían vivir ahora que su hogar se había vuelto un desastre.

---Cariño, avisa a los vecinos. Nos iremos al reino de Fuego hoy.

---¿Estas...?

Él la volteó a ver y sonrió con melancolía.

---Ya estoy cansado de vivir bajo el yugo de Endeavor y no creo ser el único.

(...)

Pese a todo lo que estaba ocurriendo, Rei estaba a la espera de que en cualquier momento Enji le encontrara y sus sueños rotos de libertad se hicieran polvo.

Fuyumi en ningún momento se separó de su lado y Natsuo es esforzaba por ocultar su olor ante las requisas de los guardias, en esos días el Reino Rojo estaba convirtiéndose en un ente caótico por la falta de control que tenía Enji en esos momentos.

Si debía ser sincera, todo eso sacaba a flote sus más profundos temores, unos en donde su realidad no era más que un murmullo en esas canciones que le cantaba a Shōto cuando iba a visitarle en el hospital.

---¡¿Estas loco?! Ninguno de ustedes tiene el derecho de prohibirnos viajar a otros lugares--- y por supuesto los gritos de inconformidad de la gente no se hacían esperar---. ¡Seguimos siendo humanos! No pensamos quedarnos en este lugar en donde los maltratos abundan--- exclamaba un hombre de cabellos castaños, con una pequeña multitud detrás siguiendo sus pasos y la que parecía su esposa a su lado.

---Debe entendernos oficial, no podrá detener la migración por más héroes que traiga aquí. ¡Tenemos derecho a escoger donde vivir! --- dijo la mujer.

---De aquí nadie se irá, son órdenes del Rey que nadie abandone el Reino.

Todo estaba empeorando. El caos estaba convirtiéndose en todo lo que podía observar. Su Fuyumi le miró entristecida.

---¡Entonces tendrá que detenernos por la fuerza!

No podía sólo mirar a su pueblo sufrir, ¿Verdad?

El Corazón del Bosque |Boku no Hero Academia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora