Las revelaciones son traicioneras

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Pese a todo lo que Rei imploró la familia Todoroki terminó por separarse.

Incluso con sus refutaciones, las promesas que sus hijos tuvieron que hacerle para calmarla y la insistencia de sus cachorros del medio ella no se sentía tranquila.

Shōto no quería dejarla, tenía tres semanas sin verla y por la apariencia de Tōya sabía que no era el único que no se sentía seguro, pero ya había tomado una decisión, no se separaría de su manada, no dejaría a su omega sólo vagando en el castillo del viejo y, por sobre todo, no pensaba dejar a Katsuki sólo en su sufrimiento.

Todoroki no era tonto, tenía una buena percepción del entorno y un buen olfato, por lo que podía captar con facilidad toda la amargura del limón en esos momentos.

Era duro, la muerte de un ser querido podía ser devastadora, él mismo había creído que su hermano mayor había muerto durante siete años y sabía que en esos momentos lo que menos necesitaba una persona era la soledad.

Veía con esmero los ojos cristalinos de Katsuki cuando Kirishima se empeñaba en contarle un chiste, las veces que Izuku acariciaba su cabello en cada descanso, el olor de Uraraka siendo más dulzón cada vez que le dirigía la palabra, los apretones de hombro que Iida le daba buscando alejarlo del dolor, el ofrecimiento de comida que Hitoshi le daba de vez en cuando como si deseara que su ansiedad se calmara con cada bocado e incluso veía como Tōya se esforzaba por dirigirle palabras de consuelo muy mal disimuladas en platicas que buscaban ser triviales.

De alguna manera su relación había subido escalones, el rubio ya no daba señales de estar harto de ellos, sus ojos rojizos hablaban entre lo que parecía ser un llanto retenido con muecas que Todoroki sabía no era consciente las hacía, y sus palabras agradecidas le decía que ya no era necesaria una disputa por el territorio.

Las cosas habían cambia mucho en esas tres semanas, nunca pensó que vería a Bakugō con otros ojos, lo veía como un igual, su dolor ahora era compartido, podía escuchar sus pensamientos incluso si no había formado un lazo todavía con Izuku.

Incluso había llegado a tomarle aprecio.

Lo que más le dolía era el hecho de que su viejo fuera el causante del malestar de su destinado, Shōto quería parar con todo el camino de destrucción que su viejo había formado desde que tomó el trono, ahora era el culpable de todas sus desgracias, no sólo lo había lastimado a él, sino al resto de su manada. No le había bastado con su familia y ahora hería a sus destinados.

¿Cuanto dolor podría seguir ocasionando Endeavor?

De verdad no quería saberlo.

Miró a lo lejos la arquitectura del castillo rojo, habían llegado lo suficientemente cerca como para ver el edificio sin ser detectados y ahora se encontraban decidiendo que hacer antes de pasar a la acción.

La idea era simple, Katsuki debía ir, él mismo había tenido la idea de entrar a territorio enemigo, pero Izuku no dejaría que fuera sólo.

---Yo también entraré--- dijo el omega cuando salió a la luz el plan---. No puedo dejarte sólo.

Todoroki podía ver sus intenciones, confiaba en Bakugō, pero no quería arriesgarse a que terminara cometiendo una locura.

Siendo sinceros si él veía a su viejo a la cara podría retarlo sin pensar en las consecuencias, incluso no le importaría matarlo.

--- No, Shōto. No irás--- sabía que había leído sus pensamientos, sus palabras habían salido de su boca ni bien la imagen de un Enji muerto había aparecido en su mente---. Tú tampoco puedes ir, Tōya.

El Corazón del Bosque |Boku no Hero Academia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora