Ya estaba anocheciendo cuando por fin entraron en el territorio del Clan de Fuego.
Pese a que no lo pensaron, el lugar de su encuentro fue muy cerca de lo que los lugareños llamaban "Los Riscos" del reino de la Familia Bakugõ; una acumulación de montañas que en su interior guardaban lo que parecía ser una civilización perdida, con casas hechas ladrillo al más puro estilo victoriano; arcos en las puertas y ventanas con celosias de colores apagados llegando a confundirse con el color del barro.
Hitoshi miraba con añoranza todas esas características que le recordaban a su hogar, porque, aunque se encontraran en el otro extremo del país, las fronteras del reino de Fuego tenían ese encanto que sólo ellas podían poseer. No estaba seguro si era el único que sentía toda esa acumulación de magia; pero inhaló con fuerza dejando entrar todo ese ambiente ensoñador que poco a poco le hacia sentirse más relajado.
Por el rabillo del ojo observó al pelirrojo y la castaña encontrarse igual de encantados con el pueblo.
Podía sentir sus poderes desde que les conoció, una bruja y un híbrido, era obvio que ellos también provenían de uno de esos lugares.
No conocía a nadie de esos lares, y al parecer los demás tampoco puesto que incluso el caballero del Reino de Fuego lucía abochornado mirando todos los rostro que se cruzaban por su camino, tal vez él venía del otro lado de la frontera. Estaban del lado del Reino Rojo aunque nadie discutía de donde provenía todas las criaturas mágicas.
La magia venía exclusivamente del Reino de Fuego, aunque por supuesto eso no impedía que las personas emigraran a otros pueblos.
La chica se dirigió por entre las casas buscando una que se mostrara tal como ella la recordaba, el único que la seguía a la par era Izuku; pareciendo que ya sabía que estaban buscando.
Algo raro sin lugar a dudas.
Llamó a la chica al encontrarse con una puerta con la inscripción "Sólo una familia de ranas sabe lo que es de dura la vida al nacer sin pies" bajo lo que podría llamarse la estatua de una mosca en pleno arco oscuro.
La muchacha sonrió complacida y tocó cuatro veces antes de alejarse de la puerta con rapidez.
Un fuerte golpe impactó contra ésta dejándola completamente abierta, otra chica de cabellos verdes y grandes ojos era la que había dado una patada a la entrada. Lucía preocupada y miraba de un lado a otro asegurándose de que no había mayor peligro que unos adolescentes.
Cuando alguien iba a preguntar que sucedía la joven sacó su lengua y los arrastró con rapidez dentro de la residencia. La puerta se cerró gracias a otra patada de cortesía y ella sola los dejó sobre el gran sofá de la sala.
Todos estaban consternados, esa sin duda era una manera un tanto extraña de dejar una primera impresión.
La desconocida se alejó por el pasillo dejandolos en un mar de pensamientos de lo más confusos.
El omega tocó el hombro de la castaña y dijo con una sonrisa.
---Asui al parecer sigue igual de precavida--- la beta se encogió de hombros negando con lentitud.
--- Tal parece que los ataques han aumentado desde la última vez que vine.
Una bandeja con tazas con té y bocadillos fue puesta en la mesa frente a los asientos. La joven se sentó en el sillón más cercano a la castaña y suspiró luego de un tiempo.
---No esperaba que vinieras ahora, gero--- tomó una de las tazas de porcelana y empezó a explicarse---. Normalmente avisas una semana antes de llegar.
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El Corazón del Bosque |Boku no Hero Academia|
Fanfiction[Medieval! AU/ Omegaverse/ Dekubowl] Si hay algo que todos deben saber es que el bosque está prohibido, la personas no logran entrar ni salir de él, nadie en los tres reinos ha vivido para contarlo. Pero, eso no impedirá que un grupo de niños entre...