De alfas, feromonas y dominación.

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A la reina podría darle un infarto si la situación seguía así.

No es que estuviera preocupada por su hijo, el mocoso podía cuidarse sólo y más de una vez lo había demostrado ante los guardias que se empeñaba en ponerle. Pero desaparecer así, sin dejar rastro, sin decir adiós y con Kirishima seguro acompañandole, no le decía que su hijo estuviera pensando muy bien las cosas.

¿Qué motivos tenía Katsuki para irse y dejar su puesto en la realeza siendo que lo que más le gustaba era presumir su estatus?

Y peor aún llevándose al caballero más joven de su reino a rastras a quien sabe donde con la posibilidad de ser acusados de traición. Era obvio que se habían llevado suministros, pero estaba segura no le durarían para siempre. Además las cosas estaban poniéndose peor con la decisión de los demás monarcas de quemar el Bosque, la gente se había quejado de que estaban yendo en contra de la Diosa Luna y lo que menos le gustaba era lidiar con los naturalistas cuando ella no era la única implicada en la elección de hacerle eso a Luna.

¿Es que la gente no veía que había sido obligada a cooperar o sino caería la guerra sobre su reino?

Podía parecer que, siendo ella la reina, con sólo una palabra podía parar esos rumores y asegurar que era la mejor opción y sus decisiones no debían cuestionarse. Pero ella no era Endeavor; que imponía su voluntad a través del miedo, ni Shigaraki; que tenía maneras poco ortodoxas de no ser cuestionado. Ella sólo era una mujer que buscaba no presionar al reino por el que traicionó al héroe más aclamado del siglo. Ella no era una tírana, sólo buscaba llevar su reinado con paz.

Incluso si eso significaba que aparecerían rumores acerca de ella.

Mitsuki sólo quería saber donde demonios se había metido su hijo. Y, de ser posible, traerlo de las orejas a su habitación para que no pudiera salir por el resto del mes ni siquiera a ver a el tal Deku que tanto misterio traía consigo.

Suspiró.

¿A quién engañaba? Si, estaba preocupada.

Miró la cama del muchacho que tantos problemas le había traído desde su nacimiento. Vacía.

Eso sin duda le dolía.

---Deberías salir de aquí por un momento, estar encerrado no hace bien a nadie.

Un castaño apareció por la puerta trayendo un tazón con fruta en las manos. Masaru sonrió triste al verle sentada sobre la cama mirando la almohada desde cierta distancia.

Ya sabía lo que la rubia estaba pensando.

---Él está bien. Eso lo sabes tanto como yo--- dejó el tazón sobre la mesa de noche y se sentó a su lado. Mitsuki siguió con los ojos clavados en la almohada y no respondió---, dicen que las madres tienen un sexto sentido que les indica el bienestar de sus hijos. Si yo tuviera eso también estaría así, pero no está sólo.

Acomodó sus lentes al verle fruncir las cejas y los labios al mismo tiempo. Puso una mano sobre su hombro e intentó proseguir.

---Deberías tener más confianza en Katsuki. No es fácil derribarlo y dudo que si está en problemas no esté dando pelea.

El Corazón del Bosque |Boku no Hero Academia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora