A la nariz y a la familia no se les puede engañar

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Tensei Iida no era un caballero de élite por nada

Fue criado desde pequeño para servir a la corona, para proteger al pueblo rojo y por sobre todo para ser un orgullo para su familia. Esa siempre fue su motivación en la vida, no pensaba en otra cosa que no fuera su meta principal de formar una familia y a una edad muy avanzada ver el atardecer mientras recordaba como su país fue progresando y el como él ayudó a formar el presente.

Pero, esas eran sus motivaciones de niño, cuando aún no veía todo el mal que él pueblo sufría y lo insano que era el control de los Reyes sobre el antiguo Gran Reino después de su división política.

Ya no era aquel adolescente que pensaba que podría hacer un cambio en el mundo con sólo desearlo. Que creía que con sólo pertenecer a una familia de la nobleza ya podía hacer progresar la región con unas cuantas palabras.

Lastimosamente se había dado cuenta por las malas que no todos los de la alta sociedad tenían todos los valores con los que se supone un noble debía crecer.

Él no quería creer que los de su familia estuvieran involucrados en todo ese rollo de tiranía, su mismísimo padre le decía desde pequeño que lo importante era proteger al pueblo, su madre les daba todo el amor que podía ofrecer su cariñoso corazón de beta y su hermanito era la versión más joven de él que le gustaría seguir siendo, con esa esperanza de que las cosas podrían mejorar si sólo se hacía algo al respecto.

Por eso no impidió que huyera cuando anunciaron que quemarían el bosque, porque a él le hubiera gustado que cuando apenas era un aspirante a caballero alguien le incentivara a mantener la promesa de que lucharía por el reino incluso si el propio reino era el problema.

Estaba preocupado, eso era obvio, las únicas veces que no había pasado la noche en casa eran para ver a su amigo del bosque, y después de que Tenya se lo hubiera confirmado antes de irse, era la razón por la que había escapado de casa sin detenerse a pensar en el resto de su familia.

Claro que le dolía que su hermanito hubiera crecido tanto como para formar su propia manada, porque sabía no se había convertido en un delta por voluntad propia, sino que ya tenía a alguien en quien apoyarse, pero el hecho de que sólo conocía al chico por los relatos de su hermano tal vez le daba la tranquilidad que tanto necesitaba.

Sus padres no tenían ni idea de que Tenya podía ya tener un compañero vinculado, pero en esos momentos en los que veía a su madre pasar de un lado a otro por toda la sala de estar murmurando cosas cada vez más preocupantes por su problema de los nervios y a su padre sentado escondiendo la cabeza entre sus manos en un acto de concentración, le daban ganas de revelar que tal vez no habían tantos motivos para preocuparse.

---Tensei... ¿Es verdad que tu hermano no ha vuelto a casa desde ayer y tú no tienes ni idea de donde está? ---porque el tono que su padre estaba usando no era severo, buscaba más bien confirmar lo dicho por su madre después de haber sido interrogado todo el día.

--- Él se fue y no sé dónde puede estar.

Claro que no sabía, pero su expresión de tranquilidad no ayudaba mucho a que le creyeran.

Su padre suspiró revelando un poco de su olor a savia con un ligero toque amargo que su madre también tenía.

Sus emociones hacían acto de presencia incluso en su olor y eso inconscientemente le hizo fruncir el ceño.

La preocupación podía olerse en el aire y no era un aroma muy bonito que digamos.

Ya sabía que eso pasaría, Tenya era el bebé de la familia, nunca había hecho algo para dañar a sus padres y acataba todas las normas, era el hijo modelo y la esperanza de la casa. A él también le hacía falta, eso no lo negaba, pero seguía pensando que ya estaba lo suficientemente grande como para irse sin dar explicaciones, ya tenía dieciséis años, la edad para poder decidir por sí mismo, o al menos la edad en la que ya podías ser enlistado en el ejército.

El Corazón del Bosque |Boku no Hero Academia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora