El recuerdo de lo pobres siempre será el más preciado

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Los guardias ya se habían ido al empezar el amanecer, furiosos ya que no habían podido encontrar ningún posible soldado.

Aunque todos creían que era seguro salir los mantuvo escondidos hasta que los primeros rayos del sol alumbraron el pueblo mostrando las consecuencias de la pasada noche.

Casas destruidas y árboles quemados, señas de que cuán salvaje fueron los enviados del Rey.

Estaban acostumbrados a este tipo de cosas, sus mejores amigos fueron capturados desde hacia unos años; dependiendo del monarca podían ser enviados a diferentes misiones, la más dócil siempre fue la Reina de Fuego llevando a los niños directo a algún grado de la nobleza; algunos se convertían en héroes de bajo rango y los más afortunados podían aspirar a caballeros.

El Rey Rojo sólo escogía a los mejores y, dependiendo de las capacidades de los elegidos, eran convertidos en soldados.

Las leyendas decían que los capturados por el Príncipe Oscuro nunca volvían a sus hogares, los transformaban bestias y los usaban como armas, por eso tenían en disputa que los de poderes incontrolables siempre debían ser presentados ante el Rey Endeavor. Ahí se decidiría cuán mortal era su Quirk y si era un peligro.

Los niños ya no lloraban por lo ocurrido a sus casas, de alguna manera habían aceptado que no podrían huir para siempre de sus destinos.

Escapar hacia las capitales parecía una buena idea, pero sólo podían ir los que poseían magia; los híbridos sin identificación ni permiso por la corona eran interceptados y llevados ante el juzgado.

Sólo podías entrar si tenías contactos, familia que pertenezca a la nobleza era lo más preferible.

Tomó entre sus manos lo que parecía ser los restos de una rana tallada en piedra, una estatua que se encontraba en el umbral de la entrada a su casa.

Suspiró y luchó por retener las lágrimas, no habían quemado del todo el pueblo pero el daño ya estaba hecho.

Por los momentos esperaba que las figuras con uniformes de la guardia no aparecieran durante un tiempo.

Al menos no hasta que lograran reconstruir algo de lo que había quedado.

(...)

Afirmó su agarre en los hombros del peliverde, Izuku se removía inquieto por la mirada de su primer destinados y ya sabiendo sus intenciones no podía ignorar que los demás también estaban confundidos.

---¿Entonces... necesitamos un acto de cariño hecho por voluntad propia para establecer un lazo? --- el pelirrojo miró al caballero y el consejero de soslayo; estos sólo asintieron y miraron al omega--- ¿Y cuando nos tocará a nosotros? --- soltó sus preocupaciones y el resto de los destinados parecieron de acuerdo.

--- Se supone que debo querer que eso pase así que ni lo intentes Kirishima--- se sonrojó al leer la mente del híbrido, era tierno de alguna manera que quisiera comunicarse por si algún día estaba en peligro, pero sus pensamientos no eran tan puros mediante asimilaba que tipo de actos debía hacer.

Shinsõ aclaró su garganta, estaba incluso más incómodo que el ojiverde, esos temas eran tan privados que la sola mención de ellos le ponía nervioso.

Iida intentó acercarse para liberarle, pero retrocedió al notar la mirada de ambos príncipes, querían marcar territorio y sus feromónas eran muy potentes. Uraraka tembló al sentirse intimidada, ya había aceptado que esos chicos eran sus destinados pero en esos momentos no podía verlos compartir ni un trozo de fruta.

Hitoshi no se asustó, estuvo desde su primer celo rodeado de alfas de alto rango y ya sabía que la presencia tan dominante se podía aprender.

Los que nacen en el seno de una familia de la nobleza adquirían rápidamente la capacidad de liderazgo, pero eso dependía de el poder de la persona.

El Corazón del Bosque |Boku no Hero Academia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora