8.00 pm
Cuando por fin caminó hacia mí, sequé las lágrimas que habían logrado escapar de mis pupilas. No podía, ni quería explicarle todo lo que estaba pensando en aquel momento y decidí hacer por segunda vez lo que me había pedido: no preocuparme... Después de Yeongu, otro chico había subido al escenario y aproveché para fingir que continuaba viendo el espectáculo. Parecía cantar el mismo género, aunque se escuchaba mucho más suave y melódico.
—¿A qué hora debes volver a tu torre, Rapunzel?
Yeongu me abrió las piernas con un sutil movimiento y se colocó rápido entre ellas, cuidando que el corto vestido no dejara ver más de lo debido. No supe en qué momento había llegado a mi lado. Estaba tan ensimismada en mis absurdas inquietudes que me perdí ese detalle. Con su brazo izquierdo rodeó mi cintura y me atrajo hacia él, mientras que con su mano derecha hacía un pequeño ademán para llamar al Barman y yo ganaba tiempo para recordar como emitir sonido...
—E-e-es a las diez. —Pude al fin decir después de tragar duro unas cuantas veces. Sentirlo tan cerca de mí, evocó las escenas de aquella noche en mi habitación—. U-un poco antes si es posible. Estoy trabajando en eso de la confianza con mis padres.
—Ah, ok. —Sonrió ante mi explicación que, quizás no entendió muy bien, pero que acató sin chistar—. Todavía tenemos algo de tiempo. ¿Qué vas a beber? —preguntó, pero dirigió la vista al hombre tras la barra.
—No bebo.
—¡¿Ni agua?! —chilló confuso y él y el cantinero, rieron a carcajadas.
Me sentí una idiota. Claro que sabía que tomar mis palabras tan literal, era solo parte de una broma tonta, pero odiaba que se rieran de mí por el motivo que fuera. Y tenía tanta rabia acumulada desde que no me atreví a reclamarle lo del concurso que lo alejaría de mí, que no lo pensé dos veces para demostrar mi amplio conocimiento en «el arte del beber».
—¡Un escocés doble a la roca! —ordené con seguridad, mirando al bartender que no pudo evitar su asombró ante mi pedido.
—Tienes muy buen gusto, niña —articuló entre carcajadas—. ¿Cómo es que andas entonces con este perdedor? —Señaló a Yeongu con un ademán despectivo.
—Prefiero eso que aguantar malos tratos de clientes ebrios detrás de una barra, solo por un par de monedas —manifesté con rapidez y mi desafiante ceja arqueada.
—¡Vaya, vaya Glow!, acabas de encontrar a tu alma gemela. Quién iba a decir que lo que parecía una distinguida señorita de sociedad, resultaría ser una gata callejera —ironizó el tipo, al tiempo que sacaba un par de botellas de debajo de la barra y las vertía de a poco en dos vasos, sin dejar de sonreír—. Pero me temo que ninguno tiene edad para beber alcohol, así que si quieres Wishky, chiquilla, solo puedo prepararte un Old Fashioned muy suavecito. No quiero problemas con tu padre...
—¡¿Conoce a mi padre?! —pregunté confusa y actoseguido me percaté de lo tonto que había sonado.
¿Quién no conocía a Kang Hanjung en Daegu? Más de un tercio de la ciudad era literalmente de su patrimonio y una veintena de generaciónes, desde la era de Joseon hasta la actualidad, se habían esmerado en embellecer y hacer prosperar la metrópoli. Por lo que era difícil creer que existiera alguien que no nos hubiese visto al menos, una vez, aunque fuera en los periódicos. Solo Yeongu vivía tan metido en su propio mundo que no tenía ni idea de quién era yo, ni mi familia... ¡Y eso me encantaba!, pero no dejaba de ser extraño.
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Diario de una canción ✔️
Teen FictionPensaba que amar le sería tan fácil como componer un rap... pero se equivocó. 🎼🎼🎼 Él vivía enamorado de la música. Ella se convirtió en su canción más perfecta. Pero no todas las melodías necesitan letra y no todas...