Carta IV

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             Domingo, 16 de agosto de 2015

Tokio, Japón.

    A ti: El único acorde que se escapó de mis manos.

     ¡Estúpido, estúpido y mil veces estúpido! ¿Cómo fui tan imbécil para creer que merecía ser feliz? ¿Cómo pude pensar que llegaría a tiempo?... No podía, no después de dañarte tanto...
   Alguna vez vi una película de amor, de esas en las que el chico se arrepiente, corre contra el tránsito, llega al aeropuerto y el vuelo, por alguna jugarreta del destino, está retrasado: Él le grita, ella voltea, ambos se perdonan, se besan entre lágrimas y son felices para siempre...

¡Iluso!

    Min Yeongu no tiene derecho a ser feliz... Min Yeongu solo puede escribir su música... Ser famoso, aclamado por todos en público, pero internamente... solitario para toda la vida...
   ¿Por qué? Porque aunque en la vida real los finales felices sí existen, se me dio la oportunidad de escoger y escogí mal... Sí, escogí mal, Seong. Ya de nada vale seguirlo ocultando. Te amo como jamás amé ni podré volver a amar, pero... te deje escapar...

    Y tú escapaste...

    No te culpo, al contrario, me alegra que hayas decidido «vivir». ¿Tengo que aceptar que estarás mejor sin mí? Por supuesto, ¿qué otra opción tendría?
    Dentro de siete días serás la esposa de otro hombre y no podré hacer nada. O sí, pero soy un cobarde. Junté todas mis fuerzas para ir a ese estúpido aeropuerto y no llegué a tiempo. Así que me rindo. Porque ¿a quién quiero engañar?, la vida puede darme mil oportunidades y aun así, seguro vuelvo a escoger mal... ¡Y todo por el estúpido miedo! Tengo un miedo terrible a que como dijiste, de verdad ya no me ames. A que me hayas olvidado como te empeñaste en afirmar en aquel pasillo. Como definitivamente sentí al volver a besar tus labios: ese frío, ese amargo sabor a amnesia que llenó el paladar de mi boca. Y tal vez solo eres demasiado buena camuflando tus sentimientos, pero no puedo arriesgarme, no aguantaría de nuevo tu rechazo... Lo sé, soy un hipócrita, yo te rompí en mil pedazos, pero no acepto que tú me quiebres... Al menos, no por fuera. Por dentro es otra cosa. Por dentro estoy destrozado desde el día en que me alejé de ti...
    Tengo tanto dolor dentro del pecho, que ya ni siquiera con estas cartas me es suficiente para desahogarme. Ya nada me sana. No debí volver a verte, no debí volver a tocarte... Nunca debí volver a probar ese néctar agridulce que tan absurdamente yo mismo me prohibí.
    Lo que siento es tan agonizante, que solo se compara con miles de alfileres clavados en mi piel... «No siento absolutamente nada por ti, Min Yeongu, ni siquiera odio», fueron tus rotundas y tortuosas palabras; por eso aunque quiero luchar por ti...
     ¡¿Pero qué rayos estoy diciendo?! ¡Lucharé! Quiero creer que me amas todavía y ya no me importa si primero quieres vengarte y hacer que sangre delante de ti. Si dejarte clavarme un puñal en el centro del corazón es la única manera de que veas que sí te amo, que siempre te he amado y que siempre te amaré... ¡espérame!
    Me perteneces, Seong... y voy a recuperarte.
          

Hola, hola, mis cerezos

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Hola, hola, mis cerezos. Última carta de Yeongu y oficialmente detrás de esto, viene el epílogo. Diario llega a su final y tengo sentimientos... encontrados no, lo siguiente. Corran a leerlo y lloren conmigo por culpa del estúpido «Todo lo que empieza tiene que acabar». :( T-T Meow kisses...

 :( T-T Meow kisses

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